Hace algunas semanas salimos a escalar a un lugar nuevo para nosotros. Se trata de la escuela de Vallat, situada en el término de esta población de Castellón, en las estribaciones de la Sierra de Espadán. Resultó ser un buen lugar para trepar: fresco (bueno si es verano), con variedad de grado y buen equilibrio entre placa y vías de desplome. Sin embargo, ya desde la aproximación, la geología del lugar llama poderosamente la atención y se revela, finalmente, como un pequeño misterio que nos recuerda cuán cambiante es la superficie de este nuestro planeta incluso en periodos relativamente breves (en términos geológicos, claro).
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Nuestro grupo se aproxima a la pared. Un frente rocoso de varios cientos de metros de longitud y una altura que ronda los 25 - 30 m |
Tan pronto llegamos al pie de las vías avanzamos buscando una zona adecuada para acampar. El recorrido no es sencillo y es necesarios trepar y descender en varios puntos. Al tener que prestar atención a donde ponemos las manos y pies pronto llama la atención el tipo de roca: se trata de tufa calcárea, un tipo de roca porosa que tiene su origen en surgencias de agua y entornos fluvio-lacustres. Aunque no los reconozcáis con esta descripción, estoy seguro de que todos, en alguna ocasión, habéis visto este tipo de roca. La siguiente imagen os ayudará a recordar.
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Vista general de la pared, formada por depósitos de tufa. Click para ampliar |
De forma general, los depósitos de tufa se producen por la modificación del equilibrio químico que mantiene el carbonato cálcico en disolución en el agua, principalmente por la pérdida de dióxido de carbono. La disminución de la cantidad de este gas en el agua provoca la precipitación de los carbonatos. Entre las causas que provocan la pérdida dióxido de carbono están las mecánicas (como la agitación en cascadas) y la actividad metabólica de las plantas, además de otros factores como la temperatura. La porosidad de la tufa se debe a que frecuentemente el carbonato precipita sobre cuerpos como los tallos de las plantas, hojas, etc. Al descomponerse la materia orgánica queda un molde hueco. Sin embargo, existe toda una variedad de facies carbonatadas asociadas a los depósitos de tufa en ambientes fluvio-lacustres y que han sido estudiados por varios autores: depósitos estromatolíticos, detríticos, espeleotemas, etc. e, incluso, una cierta variedad litológica: depósitos de gravas, arenas y limos. Al estudiar las asociaciones de facies es posible deducir el subambiente asociado: cascadas, zonas de flujo rápido, zonas remansadas, barreras vegetales, depósitos de flujos de alta energía (crecidas) y otros. A los interesados en este tema les recomiendo leer el capítulo 3 de la obra 'Carbonates in continental settings'. Este capítulo se denomina '
Fluvial and associated carbonate deposits' y está elaborado por C. Arenas-Abad, M. Vázquez-Urbez, G. Pardo-Tirapu y C- Sancho-Marcén.
Lo verdaderamente sorprendente en este caso es que nunca había escalado en este tipo de roca y la razón está en que se trata de una roca en general muy deleznable y que por tanto no soporta, en condiciones de seguridad, la instalación de anclajes. Esto es especialmente cierto cuanto más jóvenes son los materiales (por ejemplo, de miles o decenas de miles de años). En este caso la escalada es posible, aparentemente, por dos hechos: el primero es la ausencia de materiales siliciclásticos: es decir, no hay niveles de grava o arena. El segundo es que se ha producido una cierta recristalización, lo que en ciertos puntos ha reducido la porosidad de la roca y ha aumentado su cohesión. Pero veamos ya lo que nos cuentan las rocas.
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Una vista más cercana del acantilado |
¿Qué facies encontramos aquí? Repasemos una a una las evidencias. En la zona en que comenzamos a escalar hallamos evidencias de una cascada de gran desarrollo. En los ríos actuales en los que existe este tipo de procesos es fácil observar la relación entre la vegetación y la evolución física del medio. En un cierto punto restos vegetales forman represas que son cementadas por la precipitación de carbonato cálcico. Con el tiempo constituyen un pequeño salto o represa sobre la que crece nueva vegetación. Algunas de estas plantas cuelgan desde la parte superior y, al constituir núcleos para la precipitación de más carbonato, contribuyen al avance de la coronación de la estructura, a modo de visera. De esta forma aparecen cavidades en las que posteriormente se desarrollan estructuras como estalactitas y otros espeleotemas. Pues bien, esto es exactamente lo que vemos. Fijaos:
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Detalle de una sección con fitoclastos |
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Nivel con acumulación de moldes de hojas (click para ampliar) |
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Detalle de impresión de hojas (me atrevería a decir que son hojas de adelfa, especie típica de este tipo de ambiente) |
Una inspección más detallada de la base del acantilado nos permite encontrar otros tipos de facies indicativas de otros subambientes. Por ejemplo, en las zonas de agua remansada se producen acumulaciones de charáceas, con frecuencia inclinadas en el sentido de la corriente.
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Acumulación de tallos de charáceas inclinadas en la dirección de la corriente (de izquierda a derecha) |
También encontramos facies de estromatolitos planos, asociados a zonas someras de flujo rápido.
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Detalle de las facies estromatolíticas |
Para terminar el repaso, un detalle correspondiente a la facies de tallos de plantas en posición vertical asociadas a subambientes palustres y de ribera.
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Detalle de la facies de tallos en posición vertical, asociada a subambientes palustres y de ribera |
Lamentablemente y como me suele pasar, no tuve tiempo para realizar un análisis en detalle del afloramiento. Pero ya veis que, incluso en el escaso tiempo disponible, es posible encontrar evidencias de un sistema fluvial bastante bien desarrollado. Y la pregunta es, ¿dónde está el misterio?
Pues la cuestión es que, al menos en mi experiencia, este tipo de depósitos siempre se encuentran muy próximos al cauce que los originó, incluso si se trata de un sistema abandonado. Sin embargo, en este caso, no hay ni rastro de ningún curso de agua próximo.
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Ejemplo de un sistema carbonatado fluvio-lacustre actual bien desarrollado. El Corbinet (Cortes de Pallás) |
No sólo no hay ningún curso fluvial próximo (activo o seco). Es que el acantilado forma un resalto topográfico, constituyendo una línea elevada con caída a un lado y otro. Esta imagen tomada de Google Earth explica el caso:
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Vista satélite de Vallat y el afloramiento (flecha). Fuente: Google Earth |
Y el caso es que en Vallat se produce la confluencia de dos ríos: el Mijares y el Villahermosa. Sin embargo, estos cauces están actualmente a una cota aproximadamente 139 m más baja. Por tanto, no hay rastro alguno no sólo de la corriente originaria de estos depósitos, sino que tampoco queda ninguna evidencia del antiguo valle fluvial, que actualmente encontramos convertido en piedra como un relieve invertido. Así pues, estas rocas son la única evidencia del paisaje tal y como era en otro tiempo.
Y así hemos llegado al final de nuestra historia. A modo de despedida, una vista de la localidad de Vallat y el río Mijares.
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Vallat y el Mijares |
Por cierto, a pesar de lo destacado del acantilado no aparece cartografiado en la hoja correspondiente del mapa geológico de España (MAGNA50) del IGME, apareciendo englobado en los materiales cretácicos subyacentes.
Reconocimientos: gran parte de las fotografías de este artículo fueron tomadas por
Álex Duque Rodríguez, compañero de escalada, y su inseparable cámara.
ACTUALIZACIÓN
En una comunicación personal un lector del blog, José Antonio Albelda, señaló que quizá los materiales descritos fuesen más antiguos, sobre todo teniendo en cuenta que tienen la suficiente competencia para permitir la instalación segura de anclajes para escalada. En su opinión podría tratarse de un parche de materiales del Mioceno inferior demasiado pequeño para ser cartografiado a escala 1:50.000. A la vista de los nuevos datos que he encontrado de forma un poco casual, su hipótesis es correcta.
Creo que efectivamente se trata de un parche aislado de materiales del Mioceno inferior-medio. Probablemente se trata de la formación Mijares descrita por Paricio en su tesis doctoral en 1986, correspondientes al relleno de la cuenca neógena de Mijares-Sarrión. De forma general se trata de conglomerados que dan paso hacia arriba y lateralmente a los carbonatos fluvio-lacustres como los que encontré en Vallat. De modo que en realidad, probablemente no se trata de un misterio en el Cuaternario, y a la vista de estos datos, ni siquiera de un misterio.
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