martes, 31 de julio de 2018

El nuevo yacimiento de icnitas triásicas de la Rambla de Los Gallegos (Cortes de Pallás, Valencia)

El sol está bajando en el horizonte. En la distancia, un grupo de animales se desplaza por el área ribereña que constituye la transición entre el mar y los brazos del río que desemboca en él, no muy lejos de aquí. Podrían ser aetosaurios o rauisuquios, o quizá otro grupo emparentado con ellos, desde la distancia es difícil precisarlo. A lo lejos, los relámpagos en el cielo anuncian la tormenta que se aproxima desde el oeste.

Los animales parecen intuirlo. Lentamente el grupo cambia el rumbo y acelera el paso. Se dirigen hacia el oeste, tierra adentro, buscando alguna zona de terreno más alta. Al llegar a un canal fluvial se detienen, como si decidiesen cuál es la mejor opción. Finalmente el líder del grupo se introduce en el agua, que tiene escasa profundidad. De hecho, apenas llega a cubrirles el lomo, aunque sí los obliga a nadar a ratos, tan sólo rozando el fondo con la punta de los dedos. Algunos nadan oblicuamente mientras que otros remontan directamente el canal, aprovechando que apenas hay corriente en este momento entre la marea alta y la baja. Al llegar a la orilla más alejada salen del agua y, uno a uno, desaparecen entre vegetación. Comienza a llover suavemente.

Un par de horas después, la corriente en el canal aumenta al llegar la leve crecida producida por la lluvia tierra adentro. La noche ha caído y la tormenta se ha disipado. Todo es silencio, salvo por el lejano rumor del oleaje en la costa.

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Hoy he empezado pronto. Hay que aprovechar el día de trabajo en el campo. El sol sale sobre el horizonte justo cuando llego al área que pretendo cartografiar, la rambla de Los Gallegos al norte de la loma de Garzón, en Cortes de Pallás, Valencia. Comienzo a caminar atravesando materiales del Keuper. El terreno es difícil en esta zona de badlands o malpaís, ya que las arcillas y yesos de la formación Jarafuel están muy acarcavadas a causa de la erosión, que también tiene como resultado el profundo encajamiento de la rambla. Al cabo de un rato de difícil marcha llego al cauce. Ante mí hay unas capas muy verticalizadas de areniscas versicolores. El sol cae oblicuamente sobre la superficie de las areniscas y dibuja sombras que realzan unas curiosas protrusiones  que se proyectan hacia el exterior desde la superficie plana. Será mejor echar un vistazo. La mayoría parecen estar formadas a su vez por un número variable de crestas paralelas, entre 1 y 4. La primera hipótesis acude rápidamente: ¿podría ser que fuesen…? Tras un análisis breve para descartar hipótesis alternativas la conclusión parece clara: se trata de huellas dejadas por un animal o animales que aparentemente se desplazaron sobre la superficie que tengo delante de mí en el Triásico superior. Cada protrusión es el molde de la impresión dejada por una pata. Y hay muchas. Muchísimas.

Yacimiento general
Vista general del sector del yacimiento donde se conservan el mayor número de huellas. Como veis, las capas están verticalizadas y las huellas aparecen como un hiporrelieve en el muro de la capa que las contiene.

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Entre las dos escenas anteriores transcurrieron más de 230 millones de años. Muchas cosas ocurrieron en la historia de la Tierra desde que aquellos animales dejaron sus huellas en el fondo de un canal de agua estancada. Hay una extensión casi inimaginable de tiempo desde entonces hasta que yo las encontré en el cauce de una rambla, en un contexto tan diferente que bien podría tratarse de otro planeta. Esta es la historia del yacimiento de icnitas triásicas de la rambla de Los Gallegos, cuyo hallazgo es una de las experiencias más increíbles  que me han ocurrido nunca. Es difícil describir el vértigo que causa saber que eres la primera persona que ve esa escena capturada en roca en 236 millones de años…

Hace un par de meses Joaquín Moratalla y yo mismo publicamos en la revista Journal of Iberian Geology el descubrimiento y estudio de este yacimiento de icnitas (ver la referencia [5] al final de este artículo). El propósito de este artículo es dar a conocer este descubrimiento difundiéndolo más allá de los círculos científicos y de especialistas. Vamos a analizar el yacimiento, proporcionar las claves que explican su relevancia y explicar cómo hemos llegado a deducir el relato con el que se abre este artículo. Curiosamente,  hace tan solo unos meses escribí otro artículo desmenuzando una publicación que se solapó en el tiempo con la que nos ocupa, la de una serie de huellas de natación dejadas por tortugas que se encontraron, también, en Cortes de Pallás (y otros dos yacimientos en municipios de la provincia). Estas huellas son casi de la misma edad (Carniense) y están en la misma formación (las Areniscas de Manuel)  y fueron descubiertas a tan sólo un par de kilómetros del yacimiento de Los Gallegos. Después de 236 millones de años, ya es casualidad…

La icnología

La icnología es el estudio de los rastros dejados por los seres vivos y que guardan evidencias de su comportamiento. Estos rastros son tanto las huellas dejadas sobre el terreno como las marcas dejadas por los dientes de un depredador sobre los huesos de su presa o cualquier otra evidencia de la actividad de un ser vivo (como sus excrementos). Cuando estos rastros llegan hasta nosotros fosilizados su estudio forma parte del ámbito de la paleoicnología.

El yacimiento

El yacimiento se encuentra en el cauce de la rambla de Los Gallegos, en Cortes de Pallás (Valencia). Está incluido en la formación Areniscas de Manuel y tiene una edad Carniense (Triásico superior). El Carniense se extiende entre hace 237 y 227 millones de años, lo que es una barbaridad de tiempo. El yacimiento contiene unas 60 huellas mayores y muchas otras menores agrupadas en tres sectores, aunque uno de ellos, el A, es el que contiene la mayoría de ellas.

Las huellas aparecen como un hiporrelieve sobre una capa de areniscas. Esto quiere decir que, en realidad, lo que vemos no es la huella, sino el molde de la misma creado por la arena que rellenó la verdadera huella con posterioridad al paso del animal. Por eso, en lugar de una depresión en la capa de arenisca lo que vemos es ‘un bulto’ que sobresale de ella. Las huellas están formadas por entre 1 y 4 marcas digitales y tan sólo en un par de ejemplares se ha preservado la marca de un talón. La interpretación realizada es que se trata de huellas dejadas por vertebrados (luego veremos cuáles son los probables autores) que se desplazaban en un régimen de natación o semi-natación. En función de la profundidad y del tamaño del productor se producen un tipo de huellas u otro (desde no llegar a tocar el fondo a apoyar todo el pie, pasando por rozarlo con el dedo más largo, con dos, tres o cuatro).

Detalle zona central 1
Vista de detalle de al zona central del yacimiento. Observad el gran número de huellas y la dificultad de distinguir rastros. Fijaos también en la morfología más habitual: marcas subparalelas de un número variable de dedos.

Recordemos qué nos ocurre cuando nos metemos en el mar caminando por la suave pendiente: cada vez nos es más difícil caminar hasta que, especialmente si el agua está muy fría, dejamos de apoyar todo el pie y nos ponemos de puntillas y, eventualmente, tenemos que empezar a nadar. Cuando esto le ocurre a un animal que no domina la técnica de ‘crawl’, normalmente bate el agua con sus cuatro extremidades (estilo perro, vamos). Si el agua es profunda, no quedará ninguna marca, ya que no tocará el fondo. Pero cuando la profundidad sea adecuada, lo que ocurrirá es que rascará el fondo con sus patas, dejando marcas paralelas con sus dedos.

No ha sido posible identificar rastros (es decir, huellas dejadas consecutivamente por un mismo animal) lo que, junto con otros criterios, es un indicio más del tipo de desplazamiento propuesto. Curiosamente, el análisis de las huella sugiere que la mayor parte de los animales se dirigían contra la corriente, algunos directamente en contra y otros de forma oblicua. Por su parte, la paleocorriente se dirige, aproximadamente, hacia el NE.

Detalle huella con talón
Detalle de dos huellas. La de la izquierda ha preservado la impresión del talón y sugiere que por su tamaño el animal productor llegó a apoyar casi por completo el pie. A la izquierda la típica morfología con tres dedos (uno preservado parcialmente) y estrías longitudinales dejadas por las escamas de la base de los dedos al arrastrarse durante el impulso. 

Por otra parte, no todas las huellas se han producido de forma subacuática. El yacimiento también contiene algunos ejemplares interpretados como huellas o subhuellas producidas subaéreamente.
Dentro del trabajo de documentación del yacimiento, hemos construido un modelo digital en 3D empleando técnicas de fotogrametría. Ello permite preservar para su estudio futuro la geometría general del yacimiento y, además, nos permite hacer cosas tan chulas como imprimir ejemplares de las huellas en una impresora 3D. Fijaos que chulada:

Modelo
Modelo digital del yacimiento de Los Gallegos obtenido mediante técnicas de fotogrametría. Compárese con la primera fotografía de este artículo.

Huella impresa
Dos huellas producidas con una impresora 3D a partir del modelo digital. La de arriba se corresponde con uno de los ejemplares mostrados más arriba. Autor de la impresión: Miguel Llin.

El paleoambiente

Llamamos paleoambiente al medio o entorno en el que se produjeron las huellas. Para deducir cómo era, probablemente, el medio en que se produjeron las huellas, hay que realizar un análisis detallado de los materiales que las contienen desde un punto de vista sedimentológico y estratigráfico. Eso lo hacemos recorriendo la secuencia de capas del yacimiento, anotando cosas como el espesor; el tipo de materiales; las estructuras sedimentarias que contienen; los fósiles que encontramos (y también si no los encontramos, como es el caso); los icnofósiles, de los cuales las huellas de vertebrado son sólo una pequeña parte, etc. Estudiados en conjunto nos aportan pruebas que nos facilitan realizar una interpretación. En este caso, sabemos que hay una alternancia de materiales depositados en condiciones de muy baja energía (agitación o corriente) como arcillas, y otros depositados por corrientes de agua (areniscas con laminación de rizaduras de corriente). En cualquier caso, se trata de materiales finos, lo que indica que incluso las corrientes eran poco energéticas. El análisis de las corrientes nos indican que estas se dirigían hacia el noreste, y que estaban puntuadas por momentos de remanso en los que se depositaban finas capas de arcillas y material vegetal carbonizado, que a su vez eran cubiertas por la lámina de arena depositada por la siguiente corriente. Los materiales de colores oscuros, verdes o negros, nos hablan de condiciones de estancamiento, mientras que las areniscas rojizas lo hacen de condiciones más energéticas y oxidantes.

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Probable subhuella producida en un medio subaéreo en las capas de areniscas rojizas interpretadas como depósitos de derrame o de inundación.

Otro aspecto interesante nos lo aporta el análisis de los icnofósiles producidos por invertebrados, que en la naturaleza son infinitamente más abundantes que las huellas de vertebrados. Normalmente, los animalitos que viven en el sedimento, especialmente los que buscan alimento en él, lo remueven hasta el punto de que las delgadas láminas de arena y/o arcilla son destruidas, dando al material un aspecto masivo, no estructurado, especialmente en medios de baja energía. En el caso de Los Gallegos, llaman la atención dos hechos:
  • Hay muy pocos icnofósiles, pero entre ellos hay algunos típicamente marinos (en las capas que contienen las huellas subacuáticas) mientras que otros típicamente continentales aparecen en las capas de areniscas rojizas que, a su vez, contienen las huellas producidas subaéreamente.
  • Las capas han mantenido su laminación original, lo que entre otras cosas ha permitido conservar las huellas.
No vamos a hacer esto más largo. La evidencia sugiere que nos encontramos ante un contexto de transición entre medios fluviales y marinos. El mar no estaba lejos y eso hace que en el canal en que se produjeron las huellas el agua sea salobre, no dulce ni tan salada como el mar. Eso es un medio difícil para la vida, razón por la que no hay muchos animalitos viviendo y removiendo el sedimento del fondo. Este medio de agua semiestancada, en la que ocasionalmente (dependiendo de las mareas y de la descarga del sistema fluvial) se presentan condiciones de mayor energía que traen arenas muy finas y limos.

Toda esta evidencia es coherente con la interpretación que se hace de esta zona de Iberia durante el Carniense, lo que nos lleva al siguiente punto.

El Periodo Húmedo del Carniense

Para los no especialistas es difícil entender cómo, al mirar una secuencia de rocas, puede deducirse cuál era el clima de una región hace más de 200 millones de años. Estamos acostumbrados a simplificaciones del estilo de ‘esta zona era mar en el Cretácico’, lo que en ocasiones da a entender algo así como que en el pasado había tanta agua que llegaba a cubrir zonas ahora a centenares de metros sobre el nivel del mar (una especie de vestigio del Diluvio universal). En realidad las rocas registran gran cantidad de detalles tanto en la forma de estructuras sedimentarias como por los icnofósiles contenidos en ellas (las huellas de vertebrados son poco comunes en comparación con otros icnofósiles, como galerías excavadas por invertebrados), como por los fósiles corporales que contienen, los propios materiales de que están hechas (areniscas, calizas, etc.) u otras pistas más sutiles como las composiciones isotópicas de los elementos químicos que las forman. Por todo ello sabemos que el mundo del Triásico superior (el primer periodo de la era Mesozoica) fue un lugar árido. Ya dediqué un artículo a analizar el Keuper (Triásico superior) en Cortes de Pallás, así que hoy simplemente vamos a recordar cómo era aquel mundo árido y qué evidencias tenemos en las rocas de Cortes. Viajemos al Triásico superior.

En aquel entonces la zona se encontraba en la costa del mar de Tethys, en la orilla del supercontinente Pangea, que ya estaba en proceso de fragmentación. Durante la mayor parte del Keuper, lo que tenemos es una llanura costera en la que se desarrollaban extensas llanuras de inundación fangosas y gigantescas salinas y lagunas en las que a causa de la evaporación del agua de mar en un clima árido se acumulaban grandes espesores de sales disueltas como halita (sal común) y yesos. En ocasiones el paisaje era similar al que se encuentra en las costas del golfo Pérsico. De allí procede, de hecho, la palabra con la que denominamos a uno de estos tipos de ambientes deposicionales: Sabkha.


Todos los vecinos de Cortes atraviesan las rocas de esta época cuando circulan hacia el pueblo por la CV-425, entre el ecoparque y Cuatro Caminos. Son muy llamativas por sus colores abigarrados: rojo vinoso, amarillo, verde, gris, pardo…

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Aspecto típico del Keuper en Cortes de Pallás. Los colores pardos, verdes y grisáceos corresponden a la Fm Jarafuel (K1), la más antigua del Keuper.


Las rocas más características son los yesos y arcillas, en diversas variantes y combinaciones, que forman la mayor parte de las formaciones Arcillas y yesos de Jarafuel, Arcillas yesíferas de Quesa y Yesos de Ayora, miembros K1, K4 y K5 del Keuper. En un pequeño paseo encontramos estas rocas y sus estructuras sedimentarias más características. Va una pequeña colección fotográfica:

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Aspecto de campo de la Fm Jarafuel, que aparece verticalizada como resultado de la tectónica diapírica. Se trata de materiales depositados en lagunas costeras someras en el clima árido de Pangea durante el inicio del Carniense.


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Yesos laminados oscuros  del K1 extraordinariamente deformados

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Moldes de evaporitas (en particular, de cristales cúbicos de halita o sal común) creados tras la disolución del cristal que creció en el seno de la matriz carbonatada (este tipo de roca se denomina carniola). Muestra procedente del K1.

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Depósitos de sabkha del K4: yesos nodulares en matriz de arcillas rojizas.

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Cantera que explota los yesos del K5 en la Hoya. Estos yesos son los materiales más jóvenes del Keuper y se depositaron en lagunas costeras en un ambiente árido.



Los más atentos de vosotros quizá hayáis reparado en que la enumeración de formaciones del Keuper se ha saltado dos términos, el K2 y el K3. Pues aquí está la clave. Entre los periodos áridos del inicio (K1) y final del Keuper (K4 y K5) hay un intervalo de tiempo en el cual las condiciones fueron húmedas: voilà. El Episodio Húmedo del Carniense (ver referencias [1] y [2]). Este evento ha recibido considerable atención en los últimos años y su impronta quedó registrada en los sedimentos depositados a escala global en el cinturón central de Pangea. Se trata de un periodo de clima húmedo, quizá debido al incremento de dióxido de carbono en la atmósfera producido por erupciones volcánicas en Wrangelia, fenómeno que coincidió en el tiempo. Temperaturas más altas significan mayor evaporación y mayores precipitaciones, lo que a su vez significa un mayor desarrollo de sistemas fluviales y de su capacidad de erosión y transporte. Las llanuras costeras fueron cubiertas por las llanura aluviales de los ríos que, en nuestro caso, desmantelaban las tierras emergidas del Macizo Ibérico, al Oeste, trayendo limos y arenas que se depositaron constituyendo lo que llamamos Formación Areniscas de Manuel (el K2 del Keuper). Este periodo tuvo una duración breve, quizá un millón de años (sí, ya sé que un millón de años es mucho tiempo, pero en geología no lo es tanto: a fin de cuentas, contamos el tiempo de millón en millón…). En ese tiempo, coincidiendo con una época de descenso del nivel relativo del mar, se depositaron del orden de algunas decenas de metros de espesor de arenas y limos de color rojizo. Fue en una de estas áreas costeras, en la interfase entre un río y el mar, donde nadaron los animales que dejaron las huellas del yacimiento de Los Gallegos.

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Reconstrucción paleogeográfica del supercontinente Pangea en el Triásico superior. Observad su posición marginal en la costa del Neothetys. Reproducido de [3]



Son estos materiales del K2 los que contienen las huellas. En el artículo anterior sobre el hallazgo de las huellas de las tortugas ya mostré detalles que evidenciaban un origen plenamente fluvial. Por contra, en el caso del yacimiento de los Gallegos, lo que observamos es un conjunto de rasgos que apuntan a un medio de transición. Aunque en el primer caso no se aporta información acerca de la posición en la columna estratigráfica de las capas con interés icnológico, tengo la impresión de que son posteriores en el tiempo al caso de Los Gallegos, donde estas capas están muy próximas al contacto con la Formación Jarafuel infrayacente (eso explicaría el carácter netamente continental de unos materiales frente a otros).

K2 sección
Vista de la sección del yacimiento. Obsérvese lo pronunciado del buzamiento de las capas y la naturaleza heterolítica de la sección. Las capas son más modernas hacia la izquierda.

¿Qué animales dejaron las huellas?

En paleoicnología es bastante difícil atribuir un autor a una huella determinada, salvo que se tenga la suerte de encontrar un fósil corporal junto o asociado a las capas que contienen los rastros. En ocasiones puede estimarse, a partir de la morfología de los pies o manos de los fósiles característicos de una época, cómo sería la impronta que estas dejarían en el terreno. Pero esto es más difícil de lo que parece, ya que una huella es el resultado de la interacción entre el animal y el sustrato, el comportamiento del primero y las condiciones físicas del segundo. Un mismo animal puede dejar multitud de tipos de huellas distintas (esta es la razón de que una pisada sea distinta a una huella de natación, o de que las huellas en terreno seco sean muy distintas a las dejadas en terreno demasiado blando).

Detalle proyecciones
Detalle de una característica típica de una huella de natación (proyecciones traseras o posterior overhangs, señaladas por flechas). Se producen al clavar el animal los dedos en el fango del fondo para impulsarse. El hueco generado es rellenado posteriormente por arena, que transformada en arenisca preserva la huella como un contramolde. Es un buen indicador del sentido del desplazamiento del animal, en este caso hacia la izquierda. Observad también las estrías y el relieve generado por el sedimento empujado hacia atrás por los dedos. La huella está invertida a causa de la inclinación de la capa.

En este caso, por lo inespecífico de la actividad en el que se produjeron las huellas, no nos ha sido posible realizar una identificación clara de los productores, si bien algunas de las características de las mismas y el contexto faunístico del Carniense sugieren como hipótesis más probable que se tratase de reptiles relacionados con el grupo quiroteroide (arcosauriformes o arcosaurios  crurotarsales). Durante el Triásico superior se produjo un relevo faunístico en el cuál este grupo de reptiles se extinguieron mientras que otros, como las tortugas o los propios dinosaurios ocuparon el espacio dejado por aquellos.

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Stagolepsis olenkae,un aetosaurio del Carniense. Fuente y licencia: Hiuppo [GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html) or CC BY 3.0  (https://creativecommons.org/licenses/by/3.0)], from Wikimedia Commons


¿Por qué es relevante el yacimiento?

El Triásico superior ibérico es muy pobre en fósiles y corporales y también en yacimientos de icnitas. De estos últimos el número es reducísimo: hasta el hallazgo del yacimiento de huellas de tortugas, tan sólo otros dos habían sido reportados previamente. Por ello, el descubrimiento y estudio de un yacimiento tan rico y con ejemplares tan bien conservadas constituye una notable aportación al conocimiento del clima y fauna existentes en la región durante este periodo.

Por otra parte, tenemos el hecho de que se trata de huellas producidas durante un régimen de natación o seminatación: en los últimos años hemos aprendido a distinguir las huellas de natación y a asignarlas a este tipo de locomoción, lo que nos ha permitido explicar un buen número de rastros hasta hace poco considerados como ‘problemáticos’. De hecho, el número de yacimientos de huellas de natación no para de incrementarse de año en año. En este sentido, la interpretación de un nuevo yacimiento de este tipo de huellas se suma a la creciente evidencia acerca de cuán común es este tipo de desplazamiento en vertebrados terrestres, algo que parece ser más común de lo que se había pensado.

Por último, cabe resaltar la relevancia que este hallazgo tiene para la geología y paleontología local de Cortes de Pallás, donde hemos pasado de no estar publicado ningún yacimiento de relevancia paleontológica a tener 2 en menos de un año. Y eso, amigos, es algo muy importante para uno de Cortes…

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Para aquellos que tengáis problemas en leer el artículo original publicado en el Journal of Iberian Geology, en este enlace podéis consultarlo completo. Este artículo está dedicado a la memoria de mi madre, Agustina Carrasco, que nos dejó antes de poder ver el resultado de todo este trabajo.

Armand en el yacimiento
Armand Pascual en acción en el yacimiento. Colaboró conmigo tomando las fotografías de gran calidad de los ejemplares.
Agradecimientos:

Quiero mostrar mi agradecimiento a Ignacio Meléndez, que me animó a iniciar la campaña de trabajo de campo en la que, finalmente, se produjo el hallazgo del yacimiento. Sin ese impulso inicial, quizá nunca hubiésemos llegado a desvelar la historia escondida en el cauce de la Rambla.

Referencias:


[1] Arche, A., Gómez, J.L., Hidalgo, J.G. (2002). Control climático, tectónico y eustático en depósitos del Carniense (Triásico Superior) del SE de la Península Ibérica. Journal of Iberian Geology, 28, 1330.

[2] López-Gómez, J., Escudero-Mozo, M.J., Martín-Chivelet, J., Arche, A., Lago, M., Galé, C. (2017). Western Tethys continental-marine responses to the Carnian Humid Episode: palaeoclimatic and palaeogeographic implications. Glob. Planet. Chang., 148, 79-95.

[3] Ortí, F., Pérez-López, A., Salvany, J.M. (2017). Triassic evaporites of Iberia: Sedimentological and palaeogeographical implications for the western Neothetys evolution during the Middle Triassic-Earliest Jurassic. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 471, 157-180.

[4] Reolid, M., Márquez-Aliaga, A., Belinchón, M., García-Forner, A., Villena, J., Martínez-Pérez, C. (2017). Ichnological evidence of semi-aquatic locomotion in early turtles from eastern Iberia during the Carnian Humid Episode (Late Triassic). Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 490, 450-461.

[5] Navarro, Ó. & Moratalla, J.J. J Iber Geol (2018). Swimming reptile prints from the Keuper facies (Carnian, Upper Triassic) of Los Gallegos new tracksite (Iberian Range, Valencia province, Spain). https://doi.org/10.1007/s41513-018-0068-0

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