La geología no es (aún) una ciencia popular. Mucho se ha escrito y hablado acerca de la dificultad de la divulgación geológica, que podríamos cuantificar de diversas maneras. Por ejemplo, por el escaso número de libros dirigidos al público general, especialmente comparado con otras disciplinas (física, astronomía, etc.). Otro indicador muy significativo es el hecho de que prácticamente todas las guías geológicas que se publican dedican una buena parte de su extensión a introducir al lector una serie de conceptos geológicos básicos, preparando el terreno para facilitar el entendimiento de lo que se contará a continuación. Otro lugar común es que, para poder acceder a las historias que nos cuentan las rocas, primero hay que aprender su lenguaje. Esto lo muestra muy bien un personaje de película: Hans, un geólogo que en ‘Un lugar en mundo’ afirma en una clase en un colegio que ‘para hablar con las piedras lo primero es aprender su idioma’ (podéis ver esa bonita secuencia en en este enlace). Eso es absolutamente cierto y quizá por ello el público no iniciado tan sólo percibe la geología cuando las rocas, literalmente, gritan su mensaje. Admitamos que requiere esfuerzo transmitir entusiasmo ante una secuencia de Bouma, por mucho que para los que conocen el lenguaje sea tan clara como ‘la B con la A: BA’ (y, por cierto, a mí me resultan fascinantes). Normalmente son lugares con elementos geomorfológicos notables (grandes cañones, cascadas, cuevas, cráteres…) los que captan con facilidad la atención de los visitantes. O aquellos en los que la mente no tiene dificultad para dar el salto a través del tiempo geológico (por ejemplo, la inmediatez con la que se aprehende un yacimiento de icnitas de dinosaurio, estableciendo un vínculo instantáneo entre el pasado y el presente).
Hay algo maravilloso en el registro de las rocas, y es que es capaz de guardar desde lo más efímero (una huella, el paso de una corriente de agua, la caída de una gota de lluvia) hasta eventos de alcance global, como el nacimiento o la destrucción de una cordillera. Y existen lugares en los que no es necesario hacer análisis químicos para saber qué estamos viendo, ya que pareciera que, por alguna razón, un fragmento de la Tierra del pasado ha sido preservada de forma inconcebible hasta nuestros días. Uno de tales lugares es Arnao (Castrillón, Asturias).
En la costa de asturiana existen dos de los mejores afloramientos del Devónico de Europa: el arrecife y la plataforma de Arnao. Hace unos meses, durante una de mis visitas a Oviedo, tuve ocasión de acercarme a Castrillón para visitar la primera de estas localidades. El patrimonio geológico (y minero) de Castrillón posee una reputación internacional, por lo que inicié mi visita con la más alta expectativa. Esto implica siempre el riesgo de sentirse defraudado pero, creedme, eso es imposible allí. ¿Qué tiene este lugar que lo hace tan especial? Yo creo que este afloramiento desafía a la mente con el contraste entre los dos extremos de la geología: la posibilidad de sentirse transportado a un arrecife tropical de hace 415 millones de años conservado de forma excepcional, a la vez que observa de forma comprimida los cambios que ha sufrido la superficie de la Tierra desde entonces hasta hoy.
No es fácil escribir sobre un lugar como éste, y más cuando no he podido estar allí más de un par de horas, pero voy a intentar contar mi experiencia. Comencemos.
Nada más llegar a Arnao no nos queda ninguna duda de que estamos en un lugar especial. Al acercarnos a la playa y al paseo de La Mina encontramos una excelente colección de paneles interpretativos acerca de la geología local, algo que se echa de menos, lamentablemente, en multitud de puntos de interés geológico de nuestro país. No en vano, estamos en un LIG catalogado por el IGME y que forma parte de la aportación española al proyecto Global Geosites.
La plataforma de Arnao está equipada con un conjunto excelente de paneles divulgativos que tratan todos los aspectos necesarios para facilitar al visitante la interpretación del afloramiento |
Estos paneles cubren todos los aspectos geológicos para facilitar al visitante la compresión y el disfrute de este espectáculo de la naturaleza: el contexto geológico y temporal, la paleogeografía, las rocas y los fósiles.
Uno de los paneles, en particular el que explica el contexto y visión general de la geología local. Lamentablemente, al no disponer de protección contra el sol se han decolorado desde su instalación |
Y más allá de los panales, la plataforma de Arnao. Para acceder al afloramiento se debe bajar a la playa y dirigirse a su extremo occidental, para pasar por detrás de las viviendas sobre el malecón. Desde allí se ha de buscar un pequeño sendero algo precario que nos conducirá, de forma evidente hasta la propia plataforma. Es imposible pasar por la playa sin entretenerse a observar el afloramiento carbonífero en el pequeño acantilado tras la misma, pero ahora lo haremos para seguir un orden cronológico en nuestro recorrido.
Pisar la plataforma es dar un salto vertiginoso a un pasado extrañamente conservado. De pronto nos encontramos entre dos mares, el Cantábrico que escuchamos a nuestras espaldas y otro océano desaparecido hace más de 300 millones de años, con la formación de Pangea. Ya no podemos oír el batir de las olas del océano Rheico. O quizá… quizá si podemos, después de todo. En la plataforma de Arnao, las rocas nos devuelven el eco de aquel océano perdido. Y lo hace de forma que es imposible no escucharlo.
Nada más llegar a la plataforma, la vista se pierde en la abundancia de fósiles y el aspecto increíblemente estético de las rocas |
La abundancia de fósiles en las rocas de la plataforma es tal que uno podría pasarse horas mirando cada centímetro cuadrado de su superficie, sin ver nunca la hora de marchar. La cantidad de crinoides, corales, estromatóporidos y briozoos además de braquiópodos y algún bivalvo nos deja bien a las claras ante qué nos encontramos. Y el grado de conservación de muchos ejemplares hace que cada minuto que el visitante pasa allí sea un auténtico deleite, a pesar de los 415 millones de años transcurridos desde que estas criaturas vivieron (y murieron). No obstante, existe el riesgo de no aprovechar plenamente nuestro tiempo allí y de que nuestra visita se convierta en un conjunto de observaciones inconexas. Por esa razón, es conveniente prepararse previamente. Pongamos algo de orden.
En la plataforma vamos a ver, precisamente, un conjunto de materiales depositados en una plataforma marina y que pertenecen a la base de la formación Aguión. De forma básica, vamos a ver un biostromo (una construcción formada por comunidades de organismos constructores desarrollada en forma de capas) que, posteriormente y a causa de cambios en el medio cedieron su lugar a otras comunidades adaptadas a otros ambientes. La estructura de la secuencia estratigráfica se presenta claramente ante nosotros: tenemos en primer lugar una unidad calcárea, de color claro; a continuación una unidad de margas y pizarras de color gris oscuro y, por último, la llamada unidad de margas rojas y verdes. En el acantilado parece como si nos hubieran servido una ración de pastel devónico, no hay mucho que imaginar.
La unidad calcárea representa las facies recifales y en ella pueden reconocerse las cuatro etapas de desarrollo del biostromo: estabilización del sustrato, colonización, diversificación y dominación. Cada una de ellas exhibe una comunidad de organismos propia y unas se van sucediendo a otras siguiendo (y siendo parte de) la evolución del arrecife. No hace falta que trepemos por la cara del acantilado, ya que una falla nos permite observar estos materiales en la misma plataforma nada más acceder a ella.
Vista general de parte de la unidad calcárea, el biostromo. La estructura básica está formada por corales tabulados (ramificados y en domo) y briozoos. |
Es difícil describir la sensación de estar pisando un arrecife del devónico casi como el mar se acabase de retirar. Ya veis que no os miento. Es tal la cantidad de detalles que llaman nuestra atención que el tiempo vuela mientras caminamos encorvados de un lugar a otro.
Maravilloso grado de preservación de la delicada estructura de estos briozoos fenestélidos. |
Los corales tabulados en forma de domo constituyen una de las comunidades de la fase de dominación. Hay un nivel en el que están densamente apretados, con otros corales ramificados y estromatopóridos rellenando los huecos.
Corales tabulados en forma de domo exhibiendo un patrón concéntrico de capas. Entre ellos multitud de fragmentos de corales ramificados. |
Otra de las comunidades propias de la fase de dominación está formada por corales tabulados laminares.
Sección de corales laminares |
Y así podría estar horas, pero vamos a terminar el repaso de esta unidad con dos fotografías, más, una de un braquiópodo espiriférido y un coral ramoso.
Un braquiópodo espiriférido |
Espectacular ejemplar de coral tabulado ramificado (Thamnopora?) |
Así se desarrolló este parche arrecifal devónico. Pero entonces, algo cambió. A las facies recifales les sucede una capa de margas y arcillas de color oscuro. Como sabemos, el color oscuro suele indicar un mayor contenido en materia orgánica, en ocasiones debido a un incremento en la profundidad y un descenso en la energía del medio y de la concentración de oxígeno. La profundidad aumentó y las comunidades que habitaban el fondo fueron sustituidas por otras mejor adaptadas al nuevo medio: crinoides, braquiópodos y briozoos conservados con tal calidad que son el mejor indicativo de la ausencia de corrientes.
Detalle del conjunto margoso pizarroso ocupando la sección central del acantilado. Gonzalo observa desde varios bloques desprendidos del nivel calcáreo que corona la sucesión |
Fólsiles de la unidad pizarrosa margosa. Grandes braquiópodos y bonitos y llamativos artejos del tallo de crinoides |
La última unidad que observamos en la plataforma es la de las margas rojas y verdes. Está expuesta en la mayor parte del área ‘pisable’ del afloramiento, justo por encima del nivel del mar. Por ello es fácilmente explorable. De hecho, es lo primero que llama la atención del visitante al llegar a la plataforma. Es imposible no reparar en los bloques de color rojo intenso salpicados por multitud de crinoides y briozoos. Esta unidad representa un cambio en el medio marino a una nuevas condiciones en las que, además de mantenerse el ambiente de baja energía, se produce un incremento de turbidez a causa de una mayor llegada de arcilla en suspensión (recordemos que la arcilla es la fracción de menor granulometría del material clástico, lo que permite su transporte a larga distancias para depositarse finalmente sólo en condiciones de muy baja energía).
Parece que estas condiciones impusieron una restricción importante a los organismos que podían vivir en el fondo, de tal modo que de la gran diversidad del medio recifal que vimos en la unidad calcárea se pasa a la situación contraria, con momentos en los que se da un predominio de un única especie. Es el caso del crinoide Trybliocrinus flatheanus. Como ya nos pasó en la unidad calcárea, aquí uno puede tirarse horas examinando estas rocas. Es como cuando entro a la habitación de los jóvenes ayudantes de campo y me encuentro con que Óscar a ‘escampado’ las piezas de Lego por el suelo. Pero un Lego para construir crinoides.
La unidad de margas rojas y verdes en la base de la plataforma. El aspecto jaspeado de las rocas se debe a la abundancia de artejos de crinoides |
Figuración de una pradera de crinoides, tal y como aparece en uno de los paneles de Arnao que describe la comunidad que habitaba la unidad de margas rojas y verdes |
Echemos un vistazo a esa cornucopia fósil exquisitamente conservada en el archivo de la Tierra durante 415 millones de años.
Cuatro bases de enraizamiento de crinoides, Trybliocrinus flatheanus, especialmente bien adaptado a entornos con aguas muy turbias |
Otra base más. Extraordinario grado de conservación, casi como si fuese de ayer |
Dos cálices de crinoides en los que se ve perfectamente la estrcutura a base de placas y el punto de inserción del tallo |
Fragmentos de briozoos en forma de embudo cerrado (márgenes izquierdo y derecho de la fotografía) rodeando un ejemplar de coral tabulado (Favosites?) de color amarillento |
Algunas rocas tienen un increíble valor estético. Fijaos en esta, por ejemplo. Como para ponerlo en salón de casa. Hay muchas obras de arte moderno que ni se aproximan a la belleza de esta encrinita, con la centésima parte de carga conceptual.
Hipnótica composición de artejos de crinoides |
Con esto hemos finalizado la visita a las unidades que componen el biostromo. La sucesión de capas conserva el registro de los cambios acontecidos hace una cantidad enorme de tiempo, una historia que es posible leer en las rocas. Ahora bien, ya habréis reparado en que el relato según el orden cronológico no sigue la pauta a la que estamos acostumbrados. Y es que al avanzar en el tiempo, en lugar de ascender en la secuencia estratigráfica del afloramiento, hemos seguido el camino inverso. ¿Cómo es posible? ¿A qué se debe esa aparente violación del principio de superposición? Hasta ahora hemos visto una historia que se desarrollaba con un ritmo pausado, en el que unas comunidades se sucedían a otras en respuesta a cambios progresivos en el ambiente. Las excepcionales condiciones de preservación de los fósiles, junto con la disposición subhorizontal de las capas, pueden transmitirnos una falsa sensación de quietud. No obstante, en la propia plataforma hay evidencias que nos advierten de que otro tipo de cambios, menos apacibles, han tenido lugar aquí.
Los océanos, al igual que las montañas, tienen un principio y un final. Y el destino de todo océano es la desaparición, atrapado entre placas litosféricas continentales en movimiento de convergencia. Así ocurrió con el Rheico, y su desaparición supuso el nacimiento de una nueva cordillera, el orógeno Varisco, que constituyó una de las suturas del supercontinente de Pangea. En esa convergencia los materiales acumulados en los márgenes de continentales fueron deformados y apilados para constituir las nuevas montañas. En Arnao podemos ver las consecuencias de este proceso de construcción (y desaparición) de montañas: la serie estratigráfica está completamente invertida, ya que la plataforma de Arnao es el flanco de un pliegue acostado en gran parte erosionado que pone en contacto los materiales devónicos que hemos visto con el Carbonífero, más moderno, por medio de un cabalgamiento o falla inversa. En nuestro camino de vuelta, y antes de abandonar la plataforma, podemos ver y tocar la superficie de ese contacto mecánico. Todo este proceso está explicado magníficamente en uno de los paneles del paseo.
Corte geológico del afloramiento de la plataforma que muestra el pliegue tumbado y el cabalgamiento sobre el Carbonífero. Extraído de la ficha del LIG del IGME [1]. |
Imaginad lo que supone plegar una sección de rocas como estas, plegarlas y replegarlas para acabar apilándolas sobre otras más jóvenes. La superficie del contacto muestra las consecuencias del proceso: un nivel de roca triturada y fragmentada, una cataclasita, en la que se mezclan materiales del Carbonífero con otros del Devónico. Según parece, fue un gran temporal durante el invierno de 2014 el que expuso de forma tan fantástica el cabalgamiento.
Pero, naturalmente, el cabalgamiento es posterior en el tiempo a la formación de las rocas a las que cabalga. En este caso, carboníferas. Y esas rocas afloran muy bien a lo largo de la playa de Arnao (aquéllas con las que no quisimos entretenernos en el camino de venida).
Vista desde la plataforma hacia la playa de Arnao. A la derecha las instalaciones de la mina. En el centro las capas de pizarras y areniscas carboníferas |
El Carbonífero de Arnao es de edad Estefaniense, es decir, data de finales de este periodo, y aparentemente, es sinorogénico. Esto quiere decir que estos materiales se formaron a la vez que progresaba la deformación Varisca, si bien se trataba de las fases finales de la misma. Si no fuese por el cabalgamiento, veríamos las areniscas y pizarras carboníferas recubrir discordantemente el Devónico. Las arenas y arcillas originales del Estefaniense se depositaron en ambientes fluviales y deltaicos sobre las calizas y margas de Arnao, evidenciando el cambio en las condiciones sedimentarias y, por tanto, el fin del océano. No más arrecifes. No más praderas de crinoides. Su lugar había sido ocupado por espesos bosques ecuatoriales (sí, Iberia se había desplazado hacia el norte desde el Devónico). Los temporales de 2014 se llevaron gran parte de la arena y permitieron el hallazgo de grandes troncos de las plantas de aquellas selvas, una noticia de gran repercusión en aquel entonces. Desde entonces el mar ha devuelto la arena, pero si se observa con atención pueden verse restos vegetales carbonizados e impresiones de troncos en las areniscas situadas junto a la bocamina.
Restos carbonizados de vegetación carbonífera en las areniscas estefanienses, en este caso un fragmento de Calamites. |
Más restos vegetales fosilizados en el carbonífero de la playa |
Estos bosques y otros como ellos repartidos por el cinturón ecuatorial de Pangea son los responsables de la existencia del carbón, no sólo el asturiano, si de práctica totalidad de los yacimientos del mundo, hecho al que el Carbonífero debe su nombre.
Lo más fascinante de Arnao es precisamente este contraste entre dos temas fundamentales de la geología: el cambio continuo y la constancia de los procesos que modifican la tierra: el discurrir uniforme del tiempo geológico recogido en las unidades del biostromo y la enorme capacidad de transformación de la superficie terrestre puesta en evidencia por la espectacular deformación posterior de las rocas. Además, claro, de la posibilidad que nos ofrece de observar la interacción entre ambientes y seres vivos: un entorno ecológico condiciona los seres que pueden desarrollarse en él, que a su vez se convierten en agentes geológicos alterando el medio y con ello, posibilitando el desarrollo de nuevos organismos.
El patrimonio de Castrillón no es sólo geológico, sino también minero e industrial. El caso es que aquí, en Arnao, se ubicó hasta 1915 la que se considera primera explotación de carbón de España. Se trata de una explotación notable, ya que la veta de carbón se encuentra por debajo del nivel del mar. En el momento de su abandono a causa de las filtraciones que acabaron por inundarlas, el frente de la galería que explotaba la veta avanzaba 600 m bajo el mar alejándose de la costa. Las antiguas edificaciones de la mina, incluyendo el castillete, han sido rehabilitados y actualmente albergan el museo de la La Mina, en el que incluso puede verse la locomotora que transportaba las vagonetas con el mineral.
Castillete de la Mina, rehabilitado. Las antiguas instalaciones de la mina ahora albergan un museo.
Eleonore, la locomotora original de la Mina de Arnao. Por último, un par de recomendaciones para la visita a la plataforma de Arnao:
- Preparad la visita con antelación. Buscad información detallada y aprovechad al máximo vuestro tiempo allí. Como os digo, es muy fácil quedar atrapados por la enorme variedad de puntos de atención. Delo contrario, os sentiréis como un tigre que se va de vacío después de atacar una manada de búfalos sin ser capaz de elegir una víctima de entre todas las posibles.
- Consultad las tablas de mareas y la previsión meteorológica. Para uno que viene del Mediterráneo, son factores que pueden pasar por alto, y las playas de Asturias son muy distintas en pleamar y en bajamar.
- No tratéis de llevaros nada (al menos nada que no esté suelto ya). Recordad el principio básico: leave nothing, take nothing. Al arrecife le da igual, en un lapso breve geológicamente hablando ya no estará aquí, pero la mayoría de las personas no duraremos tanto y es nuestro deber conservarlo para el público general y los científicos en particular.
Referencias:
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¡Genial! He leído dos de tus blogs y me han fascinado. Pues me ayudan a llenar mi vocabulario geológico y a aprender muchas cosas.
ResponderEliminarSeguiré leyendo más de tus aventuras!
Saludos de un estudiante de geología en Santiago de Chile
Muchas gracias, Mario! Me alegro de que te guste el blog. Intentaré seguir publicando historias que te resulten interesantes.
EliminarSaludos!
Esta entrada es una maravilla.
ResponderEliminarEstuvimos allí sin saber bien lo que íbamos a ver y fue una experiencia muy especial.
Un lugar fascinante.
Espero que se conserve y no lo destrocen.
Un abrazo.
Muchas gracias! Me alegro de que disfrutaras tu visita.
ResponderEliminarUn saludo!