La arena es algo muy común en la vida de las personas. Muchos de nosotros hemos jugado con ella en la playa. Se emplea de forma universal como material de construcción. Está en el núcleo de muchas imágenes mentales como las temibles arenas movedizas, las viviendas construidas sobre débiles cimientos, el tiempo que se escapa inexorablemente y muchas más. Parece algo muy común, homogéneo, inagotable y, sobre todo, anodino. Pero si miramos bien, descubriremos que hay muchas cosas que ver en su interior.
¿Qué es la arena, en realidad? Geológicamente, su definición se basa exclusivamente en el tamaño. Básicamente se trata de un material compuesto por partículas (o clastos) de tamaño entre 0,063 mm y 2 mm. Nada más. La naturaleza de esas partículas puede ser muy variada, como veremos: trozos de roca, granos de minerales y fragmentos esqueléticos de seres vivos. Todo ello hace que la arena sea un material mucho más heterogéneo de lo que podamos imaginar en un principio.
Si uno pone cierto interés y tiene ocasión de comparar arena de distintas procedencias enseguida se dará cuenta de la gran variedad existente de colores, texturas, etc. lo que la convierte de facto en un objeto de colección. En efecto, hay mucha gente coleccionando arena, como podréis comprobar simplemente realizando una búsqueda en internet. Yo mismo dispongo de una cierta cantidad de muestras, que no obstante no son más que un grano de arena (¡qué ocurrente!) en la inmensidad de las colecciones de los aficionados verdaderamente entregados a esta práctica. Incluso el intercambio es algo muy habitual.
Y tras esta breve introducción vamos a hacer un sencillo recorrido iniciático sin más ayuda que nuestra querida lupa de 10 aumentos.
Examinemos en primer lugar esta muestra de arena del desierto del Sáhara. Está compuesta casi exclusivamente de granos de cuarzo teñidos de rojo por la pátina de hematita que los recubre. Su tamaño es muy homogéneo (están bien seleccionados a causa del transporte por el viento) y muy bien redondeados.
Arena del Sáhara |
La siguiente muestra es de la playa de Riazor, en La Coruña. Está compuesta mayotitariamente por cuarzo. Pero en esta ocasión los granos no están teñidos y son de mayor tamaño. Además, no están tan bien seleccionados ya que el oleaje del mar tiene mayor energía y por eso mismo poseen bordes angulosos a causa de las colisiones entre unos y otros.
Arena de la playa de Riazor. La Coruña |
Sin embargo, una de las cosas más interesantes consiste en el descubrimiento de que, en ocasiones, una buena parte de la arena está constituida por fragmentos de seres vivos. Básicamente se trata de restos esqueléticos formados por carbonato cálcico (principalmente aragonito, una variedad mineral segregada preferentemente, aunque en ocasiones puede tratarse de calcita, otra variedad cristalina). Es maravilloso contemplar lo delicado de estas estructuras construidas por formas vivientes. La siguiente muestra procede de la playa del Sardinero, en Santander. Podemos ver, en primer lugar, un fragmento de espícula de erizo de mar. Junto a ella hay varios fragmentos de conchas de bivalvos. Y también podemos ver parte de la concha (teca) de este mismo animal. Las protuberancias son muy características, forma parte del sistema ambulacral y pueden tener diversos usos, entre ellos la locomoción.
Fragmentos bioclásticos en arena del Sardinero: 1. Espícula de erizo. 2. Fragmentos de concha de bivalvo. 3. Fragmento de la teca de un erizo |
Arena de Formentera: gasterópodo |
Arena de Formentera: Foraminífero. Esta imagen ha sido ampliada digitalmente |
Arena de Formentera: 1. Serpúlido? 2. Fragmento de foraminífero. 3. Fragmento de espícula de erizo. Esta imagen ha sido ampliada digitalmente |
Arena de Kuramati. Su origen es completamente bioclástico |