Las montañas nos cuentan historias. Tanto si son grandes como si son pequeñas, nos hablan del pasado, del presente y, a veces, hasta del futuro. Tan es así que algunas de ellas reciben el colorido nombre de cerros testigo (visitamos un espectacular cerro testigo en estos artículos sobre el Mompichel, en Albacete). La semana pasada subimos con los jóvenes ayudantes de campo una pequeña montañita de Yátova (Valencia), el Motrotón. Pese a su reducida altura, este pequeño cerro de apenas 612 m de altitud sobre el nivel del mar tiene un gran interés, por dos razones principales. La primera porque este icónico montecillo posee una inconfundible silueta que es visible y perfectamente reconocible desde cualquier punto de la comarca en la que se ubica (la Hoya de Buñol) y las que la rodean. Al ir hacia Cortes de Pallás desde Valencia por la CV-425 he pasado mil veces al pie del que siempre hemos llamado ‘el monte del sombrero’, por razones obvias, sin conseguir planificar nunca una visita.
El Motrotón, alias 'el monte del sombrero', visto desde Yátova. |
La segunda razón está, cómo no, en la historia geológica escrita en el Motrotón. Y es que durante el ascenso a esta modesta montaña podemos descubrir evidencias de un paisaje pasado bien distinto al actual, lo que no deja de causarnos asombro por muy entrenada que tengamos nuestra ‘geovisión’. De hecho, las laderas del Motrotón contienen una sección muy relevante de la historia geológica reciente de la región, el Mioceno. Pero antes de comenzar, es importante ubicarnos bien en el tiempo. Aquí tenemos una escala con las unidades estratigráficas que componen la era Cenozoica o Terciaria, en la que nos vamos a desenvolver en este viaje en el espacio y el tiempo.
Divisiones cronoestratigráficas y geocronológicas del Cenozoico. Fuente: http://dejadmevivir.blogspot.com.es/2012/03/aragon-en-la-cronoestratigrafia.html#!/tcmbck |
En nuestro caso comenzamos el ascenso siguiendo la pista que desde el cementerio de Yátova conduce al collado del Motrotón. Para hacer el paseo menos fatigoso para el joven ayudante de campo Óscar dejamos el coche en el cruce de una rambla, creo que se denomina de la Horteta. Curiosamente el paraje se denomina el Aguasal. Los topónimos suelen tener una razón profunda que a veces se ha perdido en el tiempo, pero en este caso parece bastante obvia: el barranco drena una cuenca excavada en un afloramiento del Keuper. Como sabemos, dos unidades del Keuper contienen importantes cantidades de sal: el K1 (formación Jarafuel) y el K4 (formación Quesa). Es frecuente en el sureste de España que a lo largo de los afloramientos del Keuper manen fuentes salobres, lo que probablemente se encuentre detrás de la denominación de este paraje (estaría bien que algún conocedor de la zona pudiese confirmar este punto). De hecho ya presentamos un caso similar: nuestra visita a las antiguas Salinas de San Javier, en Cofrentes, que podéis repasar aquí.
Vista del Motrotón desde el suroeste, obtenida a través de un modelo digital del terreno construido a partir de la información de LiDAR ofrecida por el IGN. |
El barranco se encaja en el Keuper, dejándonos ver cómo está cubierto discordantemente por materiales detríticos de colores predominantemente rojizos o anaranjados, que el visitante atento habrá observado en su recorrido hasta este punto ya que cubren gran parte de la comarca. Estos materiales son de edad miocena.
Discordancia del Mioceno sobre el Keuper a lo largo de la rambla de la Horteta. Vista hacia el NE desde la pista de ascenso al collado del Motrotón |
Conforme vamos ascendiendo por la pista podemos ver algunos detalles de los materiales miocenos. Básicamente se trata de una secuencia detrítica, de limos y arcillas con niveles de brechas y conglomerados, más frecuentes estos últimos conforme ascendemos. Es posible identificar algunos cuerpos canaliformes de base cóncava y techo plano con relleno conglomerático que cortan a través de las arcillas y limos. Los clastos están bien redondeados y muestran estratificación cruzada grosera. En la base de los canales se aprecian decoloraciones y encostramientos de lo que parecen paleosuelos desarrollados en lo que en algún momento fue la superficie previa del terreno.
Arcillas y limos arenosos y nivel conglomerático del Mioceno inferior/medio. Facies de abanico aluvial |
Cuerpos canaliformes con relleno conglomerático de paleocanales que cortan a través de las arcillas y limos rojizos con indicios de formación de paleosuelos. Mioceno inferior/medio del Motrotón. |
Una vez que llegamos al collado del Motrotón, tenemos una vista más detallada de la sección. Por encima de los conglomerados se aprecia una serie de escarpes que, como veremos, son de naturaleza calcárea. También encontramos algunas cosas interesantes entre los clastos liberados por la erosión de su matriz. Si bien la mayoría de ellos son de naturaleza carbonatada (como los relieves que rodean la región) encontramos algunos de composición silícea, básicamente cantos muy bien redondeados de cuarcitas. Puesto que no afloran cuarcitas en la región, su origen está probablemente en los afloramientos paleógenos próximos, de donde estos clastos se habrían heredado. Es asombroso pensar en cuántas generaciones de rocas estos resistentes guijarros pueden reposar temporalmente antes de que la erosión los libere de nuevo para continuar su camino hacia el mar… El caso es que se trata de materiales fluviales en facies de abanicos y llanuras aluviales.
Clasto cuarcítico de los conglomerados miocenos, probablemente heredado del Paleógeno. |
Y si nos fijamos con atención, también podemos identificar entre los guijarrillos del suelo unos viejos conocidos: jacintos de Compostela de pequeñas dimensiones, unos 3-4 mm. Esto es muy interesante, ya que la unidad litoestratigráfica de la que probablemente proceden es la formación Arcillas yesíferas de Quesa (K4) del Keuper, que como hemos visto está actualmente a una cota muy inferior. De hecho podemos encontrar algún jacinto incluso en las calizas que coronan en cerro… Más adelante analizaremos la importancia de esta observación.
Por encima de los conglomerados encontramos las mencionadas calizas. Por su mayor dureza, estas rocas dan lugar a un cambio de pendiente en la ladera, que se hace más empinada, confiriendo al Motrotón su aspecto característico de sombrero. Si nos fijamos en las calizas para tratar de averiguar qué tienen que contarnos sobre su origen pronto encontraremos toda una serie de rasgos que nos permiten identificarlas, sin duda, como fluviolacustres. Ya revisamos algunas de las subfacies propias de este ambiente en este artículo sobre el Mioceno de Vallat, Castellón. En este caso encontramos desde moldes de tallos y raíces en posición de vida, típicos de ambientes de ribera, hasta oncolitos. Se trata de cuerpos de forma ahusada que se forman por precipitación de carbonato cálcico inducida por un recubrimiento de algas en torno a un núcleo central. También encontramos brechas de fitoclastos, formados por la acumulación de fragmentos de moldes de tallos una vez rotos por un incremento en la energía del medio o tras la muerte de la planta. En este ambiente un fitoclasto es un candidato excelente para servir de núcleo para la formación de un oncolito. La forma elipsoidal de estos últimos parecen sugerir que se formaron en un ambiente restringido, de escasa energía, tal y como un lago (las formas subesféricas apuntan, por contra, a medios de mayor energía). En el caso del Motrotón los moldes de tallos aparecen en los primeros metros, junto con las calizas con fitoclastos, mientras que los oncolitos se concentran en un nivel unos metros por debajo de la superficie que constituye la cima y aparecen embebidos en una matriz micrítica.
Calizas lacustres del Mioceno superior con moldes de tallos y raíces. |
Calizas brechoides con fitoclastos. Arriba a la derecha se observa un fitoclasto de gran tamaño que permite observar su forma de cilindro hueco característica. |
Como detalle, aquí tenéis uno de estos oncolitos partido para mostrar su estructura interior.
Y lo que es más, también encontramos interesantes fósiles en estas calizas lacustres. Por ejemplo, aquí tenemos un bloque de caliza (una biomicrita) con interesantes fósiles: gasterópodos, bivalvos, oogonios de charáceas (plantas acuáticas) y ostrácodos. Una buena representación de los habitantes de este lago mioceno.
¿Cómo es posible? Es difícil no sentir asombro ante la idea de que esta montaña tan prominente sea el producto de la sedimentación en abanicos aluviales, ríos o corrientes de agua y, nada menos, que un lago. ¿Cómo es posible que existiese un lago en lo alto de una montaña sin que se desparramase? Y sobre todo, en un tiempo geológicamente tan reciente (en términos geológicos) como el Mioceno medio/superior. Aprovechando que estamos en la cima, quizá sea bueno que echemos un vistazo a nuestro alrededor. Desde la aislada y prominente cumbre del Motrotón vemos una gran extensión de terreno a una cota inferior a la del propio cerro, cruzada por barrancos y rodeada por algunos relieves que la circundan, más notoriamente las sierras de Malacara, la de la Cabrera, la del Ave y la de Martés. Estas sierras están constituidas por materiales mesozoicos, jurásicos y cretácicos, que rodean esta gran extensión de materiales de origen continental más jóvenes, del Mioceno.
Vista desde el Motrotón hacia el norte. En primer término la rambla de la Horteta. Detrás, la localidad de Yátova. Al fondo la localidad de Buñol y la Serratilla. |
Vista desde la cima del Motrotón hacia el sur, por encima de la cuenca del río Magro. |
Es hora de echar un vistazo al mapa geológico. Podemos comprobar como, entre los relieves jurásicos de la sierra de la Cabrera al norte y los cretácicos de la sierra del Ave al sur se extiende una amplia cuenca de materiales terciarios (en colores beiges y rosáceos) que recubren discordantemente a los anteriores en los márgenes de la misma. En el centro el desmantelamiento y la incisión provocada por las ramblas ha exhumado el afloramiento lineal del Keuper que se extiende a los pies del Motrotón, en su ladera norte.
Mapa geológico de la cuenca del río Magro: 1. Keuper; 2. Jurásico; 3. Cretácico; 4. Oligoceno; 5. Mioceno inferior de la rambla de la Murta; 6. Mioceno en facies de abanicos aluviales del Mioceno inferior/medio del Motrotón. 7. Calizas lacustres del Mioceno superior de la cima del Motrotón. El círculo señala la cima del Motrotón. Modificado a partir de la cartografía geológica (visor cartográfico) del IGME. |
La sucesión del Motrotón (indicada con los números 6 y 7 en el mapa) ya la hemos visitado anteriormente. Una visita a algunos lugares próximos nos permitirá completar nuestra visión de la geología de la cuenca.
Comencemos por visitar, precisamente, uno de los límites de la cuenca. Un buen lugar es el puente de la carretera CV-425 sobre el río Magro. El río discurre precisamente por una zona de falla próxima al margen sur. Desde aquí podemos observar los materiales detríticos del Mioceno superior, los mismos de la base del Motrotón, subhorizontales (6 en el mapa anterior) recubriendo discordantemente al Cretácico (3 en el mapa).
Discordancia entre el Cretácico superior y el Mioceno en el margen sur del rio Magro junto al puente de la CV-425. |
Detalle del contacto erosivo entre el Cretácico superior y el Mioceno junto a la CV-425 al norte del puente sobre el Magro. |
Demos un salto hacia el norte. Estamos en las proximidades de la rotonda de acceso a Alborache viniendo desde Buñol, justo en el desvío del albergue rural Actio. Aquí podemos ver unas capas con un fuerte buzamiento al noroeste. Están formadas por materiales detríticos similares a los de la base del Motrotón, sólo que son mucho más antiguos (del Oligoceno, 4 en el mapa anterior) y están, obviamente afectados por una fase de deformación que ha provocado la inclinación de las capas y que no ha afectado tan notablemente al Mioceno (ya hemos visto que los estratos del Motrotón son subhorizontales y, por tanto, posdatan la deformación).
Discordancia entre el Oligoceno y el Mioceno al norte de la localidad de Alborache. Obsérvese el elevado ángulo de buzamiento de las capas del Oligoceno. |
El tercer lugar que visitaremos nos permitirá completar la secuencia del Mioceno, de la cual hemos visto los dos niveles superiores en el Motrotón. Para ello volveremos hacia el sur por la CV-425. En el cruce sobre el barranco de la Murta y a lo largo de la carretera y zona limítrofe aflora el Mioceno inferior (5 en el mapa anterior). El encajamiento de la rambla ha expuesto la parte inferior del Mioceno aunque sin llegar a mostrar el contacto con el Paleógeno o el Mesozoico. Esta sección es tan interesante (y tan bonita, estratigráficamente hablando) que nos entretendremos un poco más aquí. Se trata un conjunto de margas limolíticas con niveles carbonosos y niveles calcáreos que hacia techo se hace más detrítica, unos limos y arcillas que contienen cuerpos de areniscas y conglomerados. El contraste entre la parte inferior y la superior es evidente por el distinto color de ambos: pardogrisáceo en la base y anaranjado en el techo.
Se trata de nuevo de materiales fluviolacustres. La base representa episodios de baja energía, con depósitos de zonas lacustres/palustres que incluyen moldes de plantas acuáticas. La energía va aumentando como muestra la aparición de materiales detríticos, incluyendo las areniscas y conglomerados, especialmente el relleno del canal que tan espectacularmente corona la sucesión. Casi vemos el agua correr, aunque en realidad dejó de fluir por este curso hace millones de años. Interesantemente, la base de los niveles detríticos también contienen jacintos de Compostela, como los que ya pudimos ver en el ascenso al Motrotón.
Molde de la raíz de una planta acuática contenido en la calizas de ambientes lacustres someros del afloramiento de la rambla de la Murta. Mioceno inferior. |
Paleocanal con relleno de conglomerados fluviales en contacto erosivo con las arcillas y limos de llanura de inundación. Rambla de la Murta. |
Con todo lo visto, estamos en condiciones de interpretar de forma básica la secuencia completa de acontecimientos. Para ello seguimos el corte geológico que se presenta en la memoria de la hoja 721 del MAGNA (MApa Geológico NAcional), que precisamente contiene, por la relevancia de sus afloramientos, al Motrotón. Lo que vemos es que el Motrotón se encuentra en el borde una cuenca, la cuenca del río Magro, formada por la fracturación de la cobertera mesozoica, individualizada en bloques que se escalonan hacia el mar. Este proceso se inició en algún momento tras el Paleógeno, tras el fin de la fase compresiva de la orogenia alpina que dio origen al levantamiento de los Pirineos y la cordillera Ibérica (hemos visto como está compresión deformó a los materiales oligocenos de Alborache).
La subsidiencia generó espacio que fue rellenado por los materiales procedentes de los relieves mesozoicos que delimitaban la cuenca (las ya mencionadas del Ave, de Martés, de la Cabrera, etc.) mediante el transporte de los limos, arenas y gravas que hemos visto en el ascenso al Motrotón. En las zonas centrales, más alejadas del borde de la cuenca, se dan condiciones lacustres, en zonas con una mayor o menor extensión en función de la interrelación entre creación de espacio de acomodación, clima, tasas de erosión, etc. Estas condiciones lacustres se generalizan en la cuenca al final del proceso, depositándose las calizas que coronan el cerro y que cubren los abanicos aluviales que alimentaban el sistema lagunar y que podemos ver en la base del Motrotón. Aunque el corte geológico anterior no lo muestra (por una combinación de escala y de una oportuna selección del perfil, if you know what I mean), el contexto distensivo provoca la actividad diapírica que genera los afloramientos del Keuper. A la vez que los materiales del Keuper afloraban en superficie a través de la cobertera mesozoica también eran erosionados y transportados a la cuenca, como prueban los jacintos de Compostela contenidos en las rocas detríticas del Mioceno superior (por cierto, puede repasarse el diapirismo de materiales del Keuper en este artículo sobre el Mioceno de Montesa). Es interesante ver que hemos encontrados estos jacintos a una cota superior a la que en la actualidad se encuentra el Keuper del que proceden, lo que nos da una idea de la magnitud del desmantelamiento de esta estructura. De hecho, hemos visto como al norte del Motrotón el Mioceno cubre discordantemente el Keuper, que ha sido exhumado por la incisión de la rambla de la Horteta. Ahora entendemos que la prominencia del Motrotón se debe a la erosión, lo que es una forma extraña de hacer montañas: el Motrotón existe porque las duras calizas que lo coronan lo han preservado como un vestigio de los materiales que a lo largo de millones de años se depositaron en una extensa zona lacustre en la que desembocaban barrancos y corrientes procedientes de las sierras próximas.
Podríamos preguntarnos cómo acabaron esos materiales lacustres, originados a cotas próximas a la del nivel del mar, acabar a 600 m por encima del mismo. La explicación está en los procesos geodinámicos que han configurado el margen este de Iberia durante el Neógeno. En primer lugar, la compresión provocada por la colisión de Iberia con la placa euroasiática en el norte. En segundo, la colisión de África, que dio origen a la Béticas. Y por último (aunque en parte de forma simultánea con el anterior) el proceso de rifting que dio lugar a la apertura del golfo de Valencia. El margen este de Iberia, sometido a este proceso de rifting, se ha elevado a la vez que se fragmentaba en bloques que basculan y descienden progresivamente hacia el mar (tal y como puede intuirse en el corte geológico). Este sistema de fallas paralelo a la costa es el responsable, por ejemplo, de que las calizas del cretácico superior que aparecen en la muela de Cortes a más de 800 m.s.n.m. se encuentren en la sierra Perenxisa (y en Cullera, por ejemplo) a poco más de 200. Es interesante mencionar que el otro margen del rift (denominado técnicamente Valencia Trough) se encuentra en el llamado Promontorio balear (donde emergen las islas baleares). Este es un asunto complejo que daría para mucho más, así que nos quedaremos de momento junto a nuestro lago mioceno.
Podríamos preguntarnos cómo acabaron esos materiales lacustres, originados a cotas próximas a la del nivel del mar, acabar a 600 m por encima del mismo. La explicación está en los procesos geodinámicos que han configurado el margen este de Iberia durante el Neógeno. En primer lugar, la compresión provocada por la colisión de Iberia con la placa euroasiática en el norte. En segundo, la colisión de África, que dio origen a la Béticas. Y por último (aunque en parte de forma simultánea con el anterior) el proceso de rifting que dio lugar a la apertura del golfo de Valencia. El margen este de Iberia, sometido a este proceso de rifting, se ha elevado a la vez que se fragmentaba en bloques que basculan y descienden progresivamente hacia el mar (tal y como puede intuirse en el corte geológico). Este sistema de fallas paralelo a la costa es el responsable, por ejemplo, de que las calizas del cretácico superior que aparecen en la muela de Cortes a más de 800 m.s.n.m. se encuentren en la sierra Perenxisa (y en Cullera, por ejemplo) a poco más de 200. Es interesante mencionar que el otro margen del rift (denominado técnicamente Valencia Trough) se encuentra en el llamado Promontorio balear (donde emergen las islas baleares). Este es un asunto complejo que daría para mucho más, así que nos quedaremos de momento junto a nuestro lago mioceno.
Tanto el mapa geológico como el corte nos permiten vislumbrar la extensión de esta gran zona lacustre ya desparecida, que hace poco más de 3-4 millones de años cubría gran parte del terreno visible desde lo alto del Motrotón. Actualmente podemos visitar este lago desaparecido tan sólo de una manera, ascendiendo a este modesto monte del sombrero y leyendo la historia escrita en las rocas.
Nota final: Durante la elaboración de este artículo he descubierto el importante valor simbólico de este montecillo para los habitantes de Yátova, que puede comprobarse en este post sobre el Motrotón en el blog A Cel Obert.
Referencias:
- Hoja 721 Cheste del Mapa geológico de España a escala 1:50.000 (MAGNA).
- Estudio paleontológico de los roedores fósiles del Mioceno inferior de la cuenca del rio Magro. Tesis doctoral. Francisco Javier Ruiz Sánchez. 1999.
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