domingo, 1 de mayo de 2016

Un día cualquiera, un pavimento, un mar tropical.

El año pasado estuve de visita en un edificio en Barcelona, un edificio de oficinas. Se trata del CINC, y es un centro empresarial situado en Diagonal Mar, una zona que se ha desarrollado en los últimos años. El edificio es bastante nuevo, pero como imaginaréis no fue la arquitectura lo que me llamó la atención. Como tenemos esta costumbre de ir mirando al suelo, no pude evitar fijarme en el pavimento del edificio. A primera vista se trataba de una caliza oolítica (y, de hecho, lo era) pero en realidad, al fijarme bien, resultó que había interesantes detalles sobre la historia de aquella roca que podían leerse en el suelo.

Ya sabemos que una caliza oolítica es aquella que está formada por la agregación de pequeñas partículas de tamaño arena (menor de 2 mm)llamadas oolitos. También sabemos que los oolitos son partículas subesféricas formadas por la precipitación de carbonato cálcico en torno a un núcleo, que puede ser un fragmento de concha, un granito de arena, etc. Desde el punto de vista sedimentario su comportamiento es análogo al de la arena detrítica y por tanto desarrollan las mismas estructuras que aquéllas (estratificaciones cruzadas y ripples, por ejemplo). Se originan en costas de mares cálidos, someros, con suficiente energía para hacer que los incipientes cuerpos esféricos rueden durante su formación. Actualmente pueden encontrarse en las Bahamas (no hay muchos más ejemplos de plataformas carbonatadas actuales, aparte de este archipiélago, la costa de Florida y ciertas zonas del golfo Pérsico). No se descarta que la acción de microorganismos participe en su formación, si bien cuando este factor es el dominante estos cuerpos no poseen una sección circular tan clara y se denominan oncolitos. Hace tiempo hablamos sobre ellos y vimos qué pinta tienen tanto en rocas ornamentales (ver este artículo) como en el campo (ver este otro).

Grainstone oolítico
Caliza oolítica del Kimmeridgense en el barranco de Carcalín, Buñol.

Laminación paralela
Laminaciones paralelas en caliza oolítica. Edificio de la Autoridad Portuaria de Valencia.

El caso es que lo que me llamó la atención de las calizas oolíticas del edificio CINC de Barcelona fue su aspecto poco uniforme. Sobre el típico fondo uniforme de color crema típico de estas calizas destacaban unas ‘manchas’, como si fuesen pasas en un bizcocho. Un par de vistas generales:

Vista general pavimento
Vista general del pavimento del edifico CINC en Barcelona. El aspecto moteado es evidente.

Vista general 2
Al mirar de cerca se ve que las 'manchas' son parches formados por oolitos, que flotan en la masa oolítica de la roca.
En este tipo de calizas es frecuente que aparezcan intraclastos: fragmentos previamente litificados (ya que los sedimentos carbonatados tienen una gran facilidad para cementarse de forma temprana a causa de la precipitación de carbonato cálcico en los poros). Los intraclastos se forman por la acción del oleaje sobre los materiales preexistentes. En el caso del CINC este fenómeno se muestra de forma generalizada, como se puede ver en la imagen anterior. Pero lo más llamativo es que existen algunos intraclastos con evidencias de haber estado expuestos al retrabajamiento por el oleaje durante bastante tiempo, razón por la cual no tienen un aspecto brechoide, si no que están más redondeados. Algunos incluso presentan una envuelta micrítica.

Clasto oolítico
Detalle de un intraclasto con envuelta micrítica de color más oscuro, que define perfectamete su contorno. Fijaos como flota en la matriz de oolitos y pisolitos que lo rodean. En algunos casos se distingue el núcleo en el interior de los oolitos y el cemento que rellena los poros.
Otros intraclastos han sufrido la acción de organismos perforadores endolíticos (que viven dentro de las rocas) que los han alterado por concreto. En estas perforaciones precipita de forma secundaria un cemento micrítico, lo que les confiere un aspecto característico.

Clasto perforaciones
Intraclasto con multitud de perforaciones de organismos endolíticos, porteriormente rellenos con micrita de color más oscuro.
Además de estos intraclastos, también aparecen otros clastos cuyo origen no está en la propia área de formación de la caliza oolítica. Este es el caso de este guijarro calizo muy bien redondeado, que debe de haber sufrido un proceso de transporte bastante largo hasta llegar hasta aquí, ya que no cuadra nada con el tipo de materiales en los que está englobado.

Clasto 1
Clasto calizo bien redondeado que también muestra, aparentemente, perforaciones superficiales.

Por último, vemos como algunos intraclastos contienen otro tipo de clastos, bioclastos en este caso. Si nos fijamos podemos encontrar fragmentos de coral arrancados de un arrecife próximo y transportados hasta los bajíos próximos a la costa. Aquí hay una historia doble, ya que el fragmento de coral forma parte, a su vez, de un intraclasto, por lo que como veis ha dado muchas vueltas hasta llegar al lugar donde lo encontramos ahora.

Clasto coral
Fragmento de coral ramoso que forma parte, a  su vez, de un intraclasto. 
El ambiente en que se formaron estas rocas es el de una plataforma carbonatada, en un mar somero y cálido. Hacia tierra existían zonas batidas por el oleaje, bien de buen tiempo (que permite la formación de los oolitos) bien el de tormentas, que fragmenta las calizas ya cementadas previamente para producir los intraclastos que se incorporan de nuevo a los bajíos. Hacia el mar había arrecifes de coral que, de tanto en tanto, eran afectados por esas mismas tormentas trayendo hacia la costa algunos fragmentos de estos organismos bioconstructores.
Si tenéis la ocasión de visitar este edificio aprovechad para echar un vistazo a este paisaje ya desaparecido. Y recordad que la geología está en todas partes: hay que estar atento o nos la perdemos!

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