domingo, 19 de enero de 2014

El lago de As Pontes


Uno de los lugares que he tenido ocasión de visitar este otoño durante mi periplo por España es el complejo minero-eléctrico de As Pontes, en Galicia. Bueno, en realidad, ya sólo es un complejo de generación eléctrico integrado por una central térmica de carbón y un ciclo combinado de gas. Si alguien se acerca a la zona buscando la mina no le será fácil encontrarla. Ésta ha iniciado una nueva vida oculta a la vista de todos.

Veréis.

La central de As Pontes tiene su origen en los años 40 del siglo XX. En aquel entonces se construyó una central térmica de 32 MW que empleaba como combustible el lignito extraído de la mina existente en el mismo lugar. Posteriormente, en los años 70, se construyó una nueva central de 1.400 MW, pasando el conjunto a titularidad de Endesa. Desde aquel momento, el complejo de As Pontes se convirtió en un elemento de primera magnitud en el sistema energético nacional. En esta central se quemó durante años exclusivamente el carbón extraído localmente, hasta que en los años 90 y por exigencias ambientales, principalmente para reducir las emisiones de azufre (en forma de SO2), se adaptó la planta para combinar este combustible con carbón de importación. Finalmente, tras décadas de explotación, las actividades extractivas finalizaron en 2007.

Todo en este lugar es superlativo. Tanto el régimen de lluvias (es uno de los municipios de España con mayor pluviosidad) como las dimensiones de la central (comenzando por la chimenea) hasta la magnitud de la mina. En este lugar se encuentra la mayor superficie cubierta de España, que no es otra que el parque de carbones de la central. La propia mina fue, hasta el fin de su explotación, la mayor a cielo abierto de nuestro país. En el momento de máximo desarrollo, el hueco minero llegó a medir 6 km de longitud con una anchura de 2,5 km, alcanzando una profundidad máxima de 235 m. Se extrajeron un total aproximado de 260 millones de toneladas de lignito. Pero no sólo lignito. También casi 700 millones de toneladas de material estéril, al que se buscó acomodo, junto con las cenizas de la central, en una escombrera exterior de 1.150 hectáreas de superficie. En conjunto, todo ello supone un impacto  visual gigantesco. Y sin embargo, alguien que desconozca los detalles y se aproxime a As Pontes no verá una inmensa cicatriz en la tierra, ya que desde entonces el fin de la explotación se ha acometido un formidable trabajo de restauración que ha transformado la mina en un lago y la escombrera en un terreno boscoso y de prados.

As pontes satélite
Vista satélite del lago de As Pontes. Fuente: Bing mapas

El caso es que tuvimos la suerte de que en la visita nos acompañase uno de los responsables que trabajaron en la explotación de la mina y que posteriormente trabajó diseñando y ejecutando la restauración lo que me permitió conocer de primera mano todos estos detalles.

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Panel expuesto en las instalaciones de Endesa que recoge algunos datos relativos a la mina
El llenado del Lago se ha efectuado con agua del río Eume y se ha prolongado durante ¡4 años! Tal es la magnitud del hueco que se ha inundado. Actualmente, éste tiene una profundidad de 206 m y un perímetro de 17,8 km.

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El lago con la central térmica al fondo
Existen todavía vestigios de la actividad minera. Por ejemplo, las excavadoras y apiladoras están acopiados en una zona junto al lago, esperando el momento en que se convertirán en chatarra. Este proceso es inevitable, a  la vista de los inmensos costes de su mantenimiento, inasumibles fuera de su contexto productivo. La visión de estos inmensos monstruos en perturbadora: como si se tratase de los restos de dinosaurios muertos hace tiempo pero que, por algún extraño conjunto, se mantuviesen aún en pie. Para que os hagáis una idea, estas máquinas pesan más de 2.500 toneladas y miden 35 m de altura.

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Excavadoras y apiladoras, esperando su destino final

Tuvimos ocasión de visitar, también, las antiguas instalaciones donde se gestionaba la explotación de la mina. Es curioso ver estos edificios, durante décadas centro de una actividad continua, ahora abandonados y desiertos. Salvo por el deterioro ocasionado por los años sin mantenimiento, algunas dependencias parece que acaban de ser abandonadas. Es casi como si, de un momento a otro, su antiguo ocupante fuese a regresar después de tomar un café.

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Antiguas instalaciones de gestión de la mina

El lignito extraído en As Pontes tiene su origen en una cuenca pantanosa existente en este lugar durante el Oligoceno, hace unos 29 millones de años. En el fondo de ese pantano se produjo una alternancia de capas de arcilla, arena y materia orgánica cuya acumulación constituye el depósito productivo explotado. En las oficinas todavía es posible ver una reconstrucción de la columna estratigráfica local.

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Columna estratigráfica del yacimiento

En la mina se hallaron multitud de restos fósiles, no sólo vegetales, sino también de vertebrados, como por ejemplo, partes de un Diplocynodon sp. Algunos se exponían en una vitrina en el acceso principal al edificio. Y esta vitrina sigue allí. Según nos contaron, las piñas fósiles se encontraban en gran cantidad y, una vez barnizadas, se entregaban como detalle de cortesía a las visitas.

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Vitrina con restos de fauna

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Más fauna, hojas y una piña fosilizada

En otras vitrinas se exponen algunas de las rocas características del yacimiento, como el propio lignito.

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Lignito procedente de la mina

Y no sólo rocas. También un modelo a escala de una de las excavadoras que, según nos comentaron, funcionaba alimentado con energía eléctrica, reproduciendo las maniobras de las máquinas originales. Fijaos en la botonera dispuesta al efecto en la esquina inferior derecha.

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El sueño de todo niño: modelo de una excavadora. ¡Y funciona!

En la pared de uno de los despachos todavía colgaba un mapa geológico de la explotación.

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Mapa geológico del yacimiento

También estaba expuesta una fotografía mural de la mina en pleno auge.

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Mural fotográfico de la mina en régimen de explotación

La intervención ha tenido en cuenta multitud de factores. Por ejemplo, la restauración de los cauces que fueron desviados durante la explotación de la mina. O la protección de las riberas frente al oleaje ya que, con las dimensiones del lago, la energía de las olas producidas por el viento no es algo que pueda pasarse por alto. Incluso se ha construido una playa para disfrute de la población.

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Panorámica del lago desde la playa de As Pontes

El proceso de restauración aún no ha finalizado. De hecho, el lago no se ha entregado todavía a la Xunta, por lo que sigue siendo titularidad de Endesa.

La verdad, quedé impresionado por el resultado de este ímprovo esfuerzo. Desconozco cuál será el resultado final. Pero teniendo en cuenta el necesario equilibrio que se ha de dar entre desarrollo y medio ambiente, me parece que esta es una dirección adecuada. Y, por cierto, lamento que en Cortes de Pallás, mi pueblo, no se acometiesen medidas con un celo semejante tras la finalización de las obras de la presa de Cortes II. Todavía hoy pueden verse canteras sin restaurar, edificios abandonados, acopios de material sin emplear el lugar en el que quedaron, trascurridos ya 25 años.

Aunque supongo que eran otros tiempos y que todos hemos cambiado.

Nota final:

Quiero agradecer a Ismael su amable atención y compañía durante la visita al complejo. Es gracias a él que he podido escribir este artículo. Si hay algún error, es exclusivamente mío por interpretar o recordar inadecuadamente la abundante información proporcionada.


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martes, 14 de enero de 2014

Un momento en el tiempo


Carnaval geología V
Este post participa en el V Carnaval de Geología alojado por Pimen en Carolus Dixit

A mediados de otoño el trabajo me llevó a realizar un viaje en coche desde La Coruña hasta Madrid. Ello forzosamente constituye un ejercicio de templanza: es muy difícil hacerse a la idea de que no nos es posible detenernos para recorrer esas montañas antiguas. Pero pude desquitarme. Pasé dos días en Ponferrada y tuve ocasión de aprovechar dos tiempos muertos para recorrer los alrededores. Naturalmente, la visita a Las Médulas es prácticamente una obligación. Pero alguien que vive rodeado de terrenos mesozoicos siente una atracción irresistible por el Paleozoico (supongo que el recíproco también cierto), de modo que me las apañé para echar un vistazo al congosto del río Sil.

En primer lugar ascendimos al Santuario de la Virgen de la Peña, construido en lo alto de un promontorio de pizarras negras ordovícicas desde el cual la vista es magnífica.

Embalse de la Bárcena
El embalse de La Bárcena desde el Santuario de la Virgen de la Peña, en Congosto. Al fondo, la central de Compostilla

Una vez allí convencí a mi compañero, poco habituado a este tipo de exploraciones, y ni cortos ni perezosos nos lanzamos de cabeza siguiendo una pista forestal que nos conduciría desde Congosto hacia Santa Marina de Sil. En este lugar el río Sil ha excavado un profundo cañón en pizarras y cuarcitas ordovícicas y silúricas, justo antes de que sus aguas sean represadas en el embalse de la Bárcena.

Cañón del Sil
El cañón del río Sil entre Congosto y Santa Marina del Sil

El camino de regreso lo hicimos por la antigua carretera que une estas dos poblaciones. Yo conducía, sometiendo a Andrés a la dura prueba de ver cómo uno es capaz de observar con detenimiento los taludes de la carretera a la vez que se evita caer por el precipicio al fondo del valle. Y entonces…¿es eso lo que creo? Paremos y echemos un vistazo.

Ripples
¡Ripples!

Efectivamente, allí, en el desmonte, estaban esos fantásticos ripples. Los había simétricos y asimétricos, metros y más metros de ripples. Esas rizaduras, maravillosamente expuestas, son el resultado de la acción de las aguas del mar al avanzar y retirarse con la marea en una costa muy distante en el tiempo y el espacio: la orilla de un continente, Gondwana, destinado a formar parte de Pangea tan sólo unos millones de años más tarde. Y un océano, el Reico, que desaparecería atrapado en la colisión que daría origen al supercontinente.

Ripples asimétricos
Ripples asimétricos. Escala: llaves en el centro de la imagen

Ripples simétricos
Ripples asimétricos. Escala: llaves en el centro de la imagen

Este momento, hace más de 430 millones de años, constituye una parada intermedia entre la glaciación de finales del Ordovícico, origen de la potente serie de pizarras negras del santuario, monótonas, sin asomo de vida, y la colisión continental que levantó los estratos dándoles la inclinación con que los vemos hoy en día. Otro vestigio de esta colisión son las intrusiones de granitos de Ponferrada, que podemos ver en los estribos de la presa del embalse, aguas abajo de donde nos encontramos.

Cerrada
Granito de Ponferrada en el estribo de la cerrada del embalse de La Bárcena

La geología se convirtió en ciencia cuando el Uniformismo se convirtió en su principio fundamental. Esa idea, la noción de que las rocas y estructuras que contemplamos son el resultado de procesos actuantes y observables en la actualidad, sigue siendo básica hoy en día. Ha tenido que acomodarse al descubrimiento de que, en ocasiones, simples sucesos de corta duración pueden tener consecuencias globales, comparables a las de fuerzas constantes actuantes durante intervalos de tiempo inimaginables. La versión actual del Uniformismo debe mucho al meteorito que puso fin al mundo cretácico (ya hablamos de ello al visitar el afloramiento del límite K/Pg).
Y también aquí, en el Congosto del Sil, tenemos la oportunidad de descubrir uno de aquellos momentos únicos que, unidos, constituyen el gran cuadro.

Lo confieso. Me fascinan los ripples. Así que pasé un buen rato examinando aquellas rocas puestas al descubierto al construir una carretera ahora casi abandonada. Pronto vi un punto en el que la capa superior estaba fracturada, lo que me permitió coger un pequeño fragmento de la misma. Fijaos bien en ella:

Muestra de mano
Muestra de mano de cuarcita con ripples

La mayor parte de esta porción de la orilla del océano Reico está constituida por arena, ahora transformada en cuarcita. Pero fijaos: sobre la cuarcita de color claro hay una pátina muy delgada de color negro, de un espesor aproximado de 1 milímetro. Recubre por completo a la cuarcita, tanto en el seno como en la cresta de los ripples (dónde apenas constituye una pátina oscura). Y esto nos da una pista para descifrar la historia que nos cuenta esta roca. Mi interpretación es la siguiente: una corriente de la marea que depositó la arena y formó los ripples. Cuando se detuvo al fin, algo de agua quedó retenida en el fondo de los canales que conducían a mar abierto y otras zonas deprimidas. Durante el tiempo de calma entre mareas el agua, ahora en reposo, liberó el sedimento fino que transportaba en suspensión. Ese fino barro recubrió por completo la arena del fondo del canal, constituyendo la capa negra que vemos ahora.

La geología es una ciencia superlativa. Todo en ella parece desbordar la escala del entendimiento humano. Sin embargo, la Tierra también tiene forma de registrar un instante, apenas unas horas, perdidas en la inmensidad del tiempo.

¡Qué maravillosa dualidad!
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