Una de las líneas de trabajo principales de Aventuras geológicas ha sido investigar y dar difusión a la historia geológica de Cortes de Pallás. Nuestros recorridos nos han llevado a través del Mesozoico hasta el Cretácico terminal (en este enlace se puede consultar todos los artículos sobre la geología de Cortes de Pallás). Y allí nos quedamos. Hemos visto como la historia escrita en las rocas de Cortes nos habla, durante la mayor parte del tiempo, de terrenos costeros y mares cálidos poco profundos. Pareciera que se trate de una historia plácida, alejada de la acción geológica durante la mayor parte del tiempo, en la que las cosas importantes casi siempre ocurren en otro lugar y aquí tan sólo llegan los ecos expresados en la forma de regresiones y transgresiones marinas, avances y retrocesos del mar que han quedado registrados en el relieve tabular de la Muela de Cortes. Pero no siempre fue así. Ya desde el final del Cretácico estaban en marcha poderosos procesos que dejarían una impronta muy visible en Cortes. Y esta es una historia del Terciario.
La era Cenozoica o Terciaria (es el único caso en que no seguimos refiriendo habitualmente a una era por la denominación original) comenzó hace unos 65 Ma (millones de años) y finalizó hace unos 2,6 Ma, con el inicio de las glaciaciones del Cuaternario. Se divide a su vez en dos periodos, el Paleógeno y el Neógeno. El Neógeno ya lo examinamos recientemente en nuestra visita al Motrotón y su registro en cortes es muy similar, como tendremos ocasión de ver en un futuro. Hoy retrocederemos más en el tiempo hasta el Paleógeno.
Unidades y cronoestratigrafía del Terciario/Cenozoico. Fuente: Wikipedia |
Nuestra forma de medir la historia de la Tierra está íntimamente unida a la historia de la vida y se basa en el hecho de que unas asociaciones faunísticas reemplazan a otras permitiendo puntuar un proceso que por lo demás es continuo. De esta manera, el fin del mundo Cretácico está marcado de forma ostentosa por la alteración global que supuso el archiconocido impacto meteórico y la desaparición de forma destacada, de los dinosaurios no avianos. En Cortes no podemos ver el registro de este impacto (como sí podemos hacer en Agost). Pero más allá del suceso cósmico (cuyo impacto fue enorme para la vida sobre la tierra pero apenas dejó una capa de unos milímetros sobre el fondo marino) había otros procesos geológicos en marcha cuyo resultado es muy evidente en Cortes.
Durante el Cretácico inferior y asociado a la apertura del Atlántico, Iberia inició un movimiento de rotación en sentido antihorario. Este giro supuso la apertura del golfo de Vizcaya. Durante el final del Cretácico y el inicio del Paleógeno África comenzó a desplazarse hacia el norte. La convergencia de las placas africana y euroasiática atrapó en medio a la microplaca ibérica: la colisión resultante provocó el levantamiento de los Pirineos y la cordillera Ibérica, cerrando a su vez el brazo de mar que se abría entre estas dos últimas. Posteriormente, ya durante el Neógeno, la continuación de la convergencia supondría el nacimiento de las Béticas y el rejuvenecimiento de algunos de estos relieves, ya arrasados.
Posición aproximada de Iberia en el tránsito Mesozoico-Cenozoico. Modificado del sitio web de Colorado Plateau Geosystems, del Prof. Ron Blakey: http://cpgeosystems.com.html |
Cortes de Pallás ocupa una posición muy especial, en la zona de transición entre las cordillera Ibérica y las Béticas. La Muela de Cortes pertenece al macizo del Caroig y se enmarca en el Dominio Tabular, lo que expresa claramente que las sucesiones cretácicas no sufrieron deformaciones significativas durante estos episodios. Pareciese que, una vez más, Cortes quedaría fuera de las grandes revoluciones geológicas. Pero esto no es así. Hemos de dirigirnos al norte del término, a su límite con las vecinas Yátova y Requena, para encontrar las evidencias de estos acontecimientos en el paisaje de Cortes.
Durante el Cretácico terminal Cortes ocupaba una zona costera, con un paisaje de marismas litorales y llanuras de marea (tal y como describimos en este artículo). Pero ya en el Paleoceno las cosas cambian: la deformación provocada por la colisión se acerca desde el norte y el contexto cambia. Tan pronto se van levantando los nuevos relieves la erosión comienza su trabajo incansable desmantelándolos. Y los restos de estas montañas que pugnaban por crecer comienzan a llegar a la zona de Cortes. El Thetys se retira ante el aporte de gravas, arenas, limos y arcillas que llegan desde la cordillera. Estos materiales se depositan sobre las calizas y margas finicretácicas en aparente concordancia, contrastando por sus tonos anaranjados con el color blanquecino de aquéllas. Su estudio sistemático es complicado, por dos razones:
1. La escasez de afloramientos de calidad: como ya vimos en el caso de la Fm Perenxisa, su posición en lo alto de la secuencia estratigráfica hace que haya sido desmantelada salvo en aquellos lugares en que en razón de la tectónica haya sido preservada, por ejemplo, en bloques hundidos a favor de fallas normales. Por ejemplo en los pequeños afloramientos de Bujete y del cementerio de Cortes.
2. Por encontrarse cubiertos en el fondo de un valle, tapados por la vegetación o estar aprovechados, gracias a lo poco competente de sus materiales, como terrenos de labor. Es el caso del corredor de Venta Gaeta y la localidad de El Oro.
En la hoja 745 (Jalance) del MAGNA los materiales del Paleoceno-Eoceno aparecen cartografiados en color naranja, en contacto continuo y concordante con el Cretácico. No obstante, esa continuidad es deducida, del mismo modo que la edad de los materiales, por criterios estratigráficos ya que no ha sido posible la datación paleontológica directa (en Cortes). Por mi parte he de decir que he buscado con ahínco una sección en la que observar el contacto o tránsito entre el Cretácico y el Paleoceno, sin éxito. En zonas que parecen muy prometedoras, como en la ladera norte de Albéitar (especialmente en la aldea de Venta Gaeta), el contacto no aflora (la carretera CV-425 pasa justo por donde uno esperaría encontrarlo) y el Paleoceno está totalmente abancalado. Lo mismo ocurre en la ladera que se extiende al pie de El Oro. Ni siquiera a lo largo de la CV-428 a su paso bajo el cementerio de esta última aldea es posible identificar el contacto ya que justamente está erosionado y relleno por los conglomerados en facies de abanico aluvial del Mioceno superior. Todo muy frustrante, la verdad.
La sierra de Martés entre la niebla, vista desde Venta Gaeta. En primer término, las margas blanquísimas de la formación Perenxisa, que afloran en el margen NE de la sierra de Albéitar |
Mapa geológico de Cortes de Pallás. El término municipal está delimitado por la línea discontinua roja. Como veis, el color verde del Cretácico es claramente predominante. Fuente: InfoIGME-IGME |
La observación atenta del mapa geológico levantará rápidamente la siguiente cuestión: ¿qué es lo que permite que el Paleoceno aflore en un área tan extensa, pero tan limitada al corredor de Venta Gaeta? ¿Por qué sólo ahí, cuando el Cretácico superior aflora tan extensamente sin mostrar ni pizca de Paleógeno? ¿Qué hay diferente? La razón está en la tectónica. Durante el Eoceno y quizá el Oligoceno la deformación alcanza de lleno a la región. La corteza responde a los esfuerzos acomodando el acortamiento debido a la compresión plegándose y fracturándose, apilando una capa sobre otra de la misma forma en que una alfombra se pliega cuando la empujamos desde uno de sus lados. La compresión procedente del norte crea pliegues y cabalgamientos que vergen hacia el SO. La alineación de las estructuras generadas sigue una dirección NO-SE, típicamente ibérica. El resultado más notable es la sierra de Martés.
Como ya comentamos en un artículo anterior, la Muela de Cortes no es una verdadera montaña, por más que la vista desde el cañón del Júcar pueda sugerirnos lo contrario. El prominente relieve de la Muela (vista desde el norte) se debe, en realidad, a la profundidad del valle excavado por el río: como hemos visto, la Muela es un relieve tabular cuya principal característica es haber sufrido de forma muy limitada la deformación asociada a la orogenia alpina (sobre esto habría que hacer algunas precisiones, ya que en realidad sí ha experimentado deformación en la forma de elevación generalizada y el hundimiento de los bloques que la limitan a favor de fallas en la distensión miocena, pero esto es otra historia). En realidad, la sierra de Martés constituye la más clara expresión de la compresión tectónica en el término de Cortes. En sus laderas encontramos las mismas formaciones que en la Muela, pero espectacularmente plegadas.
Además, en su margen sur la inversión de las secuencias hace que el Cretácico cabalgue sobre el Paleógeno:
Cablagamiento del Cretácico sobre el Paleógeno en la base de la sierra de Martés. Ascenso por el GR-7. Vista hacia el NO. |
Es una reproducción a pequeña escala de los Pirineos, en los que los materiales de la cordillera cabalgan a los materiales terciarios de su cuenca de antepaís, la cuenca del Ebro.
Con todo, uno de los mejores lugares para observar el Paleoceno-Eoceno y el cabalgamiento del Cretácico sobre el mismo es la aldea de El Oro. Además de estudiar los propios materiales, es un buen sitio para estudiar los efectos de la tectónica a escalas que van desde lo grande a lo pequeño. Localizar el cabalgamiento es sencillo: la carretera CV-428 aprovecha este plano en su trazado. De hecho, los bancales de la huerta de El Oro se asientan sobre el Paleógeno. También cruzaremos esta unidad siguiendo el vial de las Aldeas que parte desde El Oro hacia Venta Gaeta. Echemos en primer lugar un vistazo al cabalgamiento:
Vemos como los materiales del Paleoceno forman el relleno de un sándwich en los que el pan está formado por los materiales carbonatados del Cretácico: hacia el sur, a la izquierda en la fotografía, el Cretácico superior aparece en su posición original, justo debajo del Paleógeno. Pero a la derecha, por encima de este último, aparece de nuevo el Cretácico, en esta ocasión el inferior, más joven que cualquiera de los otros dos y que ocupa una posición invertida a causa de la tectónica. Imaginemos las tremendas fuerzas necesarias para romper la corteza terrestre y desplazar un bloque sobre el otro a lo largo del plano de contacto (una falla inversa de bajo ángulo). Este mismo proceso es el que formó la sierra de Martés, solo que aquí, a lo largo de la carretera, tenemos la posibilidad de verlo de forma espectacular.
Vamos a pegar la nariz a las rocas y a echar un vistazo más de cerca a este afloramiento. Comenzaremos en el pie de la ladera que desciende desde el cementerio de El Oro a la CV-428. Aquí podemos ver, en primer lugar, las rocas que forman el bloque de base del cabalgamiento. Se trata de las calizas de la Fm Calizas de la sierra de Utiel, que ya analizamos en este artículo.
Carbonatos perimareales de la Fm Utiel. |
En esta zona, próxima en el interfluvio entre las ramblas de Los Gallegos y Las Moreras, las calizas del Cretácico superior no muestran todavía señales de deformación. Si recorremos hacia arriba (hacia El Oro, al norte) la sección comenzamos a ver los efectos de las tremendas fuerzas en acción, pero a una escala menor que cuando analizamos el cabalgamiento desde la distancia. En tránsito continuo sobre la Fm Utiel, aparecen las calizas y margas de la sierra Perenxisa. Estas rocas ya las hemos visto al pie de la muela de Albéitar, en Venta Gaeta, y las hemos estudiado en detalle en este artículo.
Tránsito entre las Fm Utiel y Perenxisa a lo largo de la CV-428. Vista hacia el norte. |
Entre las margas de la Fm Perenxisa hay intercalados algunos niveles de calizas, que aparecen aquí plegadas y cabalgadas sobre sí mismas hacia el SO, de forma coherente con la deformación de mayor escala.
Pequeño cabalgamiento plegado que afecta a las calizas de la Fm Utiel. Ver imagen comentada a continuación. |
Comentado se ve mejor:
Mi interpretación |
Y ahora es cuando, conteniendo la emoción, esperaríamos ver el tránsito entre el Cretácico y el Paleógeno. Pero como ya os he dicho, sólo nos espera la frustración: los conglomerados y brechas que vienen a continuación no son los que desearíamos ver, sino mucho más jóvenes, de edad Turoliense (Mioceno superior). Una lengua no cartografiada de estos materiales corta justamente a través del contacto, privándonos de esta satisfacción. Como no podemos volver al pasado hasta el Turoliense, tendremos que vivir con ello.
Seguimos nuestro recorrido y ahora sí, estamos donde queríamos, justo en el contacto. Quizá poseo una geosensibilidad excesiva, pero tengo gran debilidad por este tipo de superficies. De alguna forma, poner la mano sobre el plano del cabalgamiento me permite revivir las colosales fuerzas que se manifestaron sobre esta superficie. Casi podemos ver las blancas calizas desplazándose sobre las arenas y limos del Paleoceno mientras poco a poco, sismo a sismo, se iba levantando la sierra de Martés y configurándose el paisaje actual. Me encanta esa sensación y os animo a experimentarla por vosotros mismos.
El plano del cabalgamiento en el camino que asciende al cementerio de El Oro. |
Y un detalle de la imagen anterior: el plano del cabalgamiento mismo. |
Pero la deformación producida por los esfuerzos de compresión se manifiesta a todas las escalas, desde la mayor, la de la propia sierra, a la intermedia, como hemos visto en el pliegue de la Fm Utiel, hasta las menores, los propios granos de cada mineral que forman las rocas. Justo debajo del plano del cabalgamiento encontramos algunos ejemplos muy vistosos de esto, a la escala de guijarros que podríamos sostener en nuestra mano. El Paleoceno en Cortes consiste en arenas, areniscas, limos y conglomerados de composición eminentemente silícica. En las arenas, que también son cuarcíticas, aparecen con frecuencia niveles con guijarros de cuarzo. Pues bien, justo debajo del plano del cabalgamiento encontramos algunos ejemplares que muestran señales evidentes de haber cedido a las tensiones generadas por los esfuerzos de compresión fragmentándose in situ. Veamos un primer ejemplo:
Guijarros cuacíticos fracturados por los esfuerzos inmersos en la matriz de areniscas blancas de cuarzo del Paleógeno. |
Pero si buscamos un poco más podemos encontrar algunos guijarros que, además de demostrar que lo han pasado mal, nos permiten deducir algunos detalles acerca del proceso. Por ejemplo, aquí tenemos un guijarro fracturado por el esfuerzo cortante. El guijarro está fracturado en dos y uno de los fragmentos se ha desplazado a lo largo de una mini-falla inversa que reproduce el mecanismo del cabalgamiento de la sierra de Martés: una montaña en un guijarro, podríamos decir. El plano de la fractura corresponde con el de una pequeña falla que también afecta a las areniscas de la matriz.
Calizas y dolomías del bloque superior, fracturadas y brechificadas a causa de la deformación. Carretera CV-428 entre el cementerio de El Oro y la propia localidad. |
Un poco más allá, llegando al cruce con el camino de Venta Gaeta, podemos ver el contacto entre tres unidades: las arenas limosas verdosas con niveles de areniscas del Paleógeno, abajo; el Cretácico superior (en este caso la Fm Dolomías de Alatoz, también muy deformada y brechificada) y los conglomerados y brechas turolienses, anaranjados. Estos conglomerados forman los escarpes que dominan El Oro, recubriendo discordantemente el Cretácico. Pero eso es algo que dejaremos para más adelante.
Si prolongamos nuestro paseo un poco más allá de la localidad siguiendo la CV-428 tendremos la oportunidad de observar el flanco este de la Muela de Albéitar, diseccionado por la cabecera de la rambla de Los Gallegos. Podemos ver la diferencia con la Muela de Cortes: su flanco noroeste no se corresponde, en principio, con una falla, sino que está constituido por un gran y espectacular pliegue monoclinal que afecta tanto al Cretácico como al Paleógeno (la sierra de Martés queda a la derecha de la fotografía). También podemos la magnitud del desmantelamiento: el Paleógeno está completamente erosionado, al igual que la Fm Perenxisa. La unidad más joven que aparece en la coronación de la muela de Albéitar es la Fm Utiel (al igual que en la de Cortes). Tengo la impresión de que la Muela de Albéitar es una estructura más compleja de lo que se ha considerado hasta ahora, y si bien he recorrido todos sus flancos, no he podido aún visitar su coronación más que en la vertiente que recae a Venta Gaeta. En futuro recibirá la atención que merece…
El pliegue monoclinal de la Muela de Albéitar diseccionado por la rambla de los Gallegos. Al fondo a la izquierda la muela de Cortes. |
Y aquí finalizamos nuestro paseo a través del inicio del Terciario en Cortes de Pallás, en el cual hemos podido ver el tránsito desde la aparente quietud del Cretácico a los grandes cataclismos formadores de montañas del Paleógeno. Y esto no ha hecho más que empezar. Nos despedimos con esta foto de familia de las estructuras que acabamos de visitar:
Para saber cómo acaba la historia del Terciario en Cortes de Pallás podéis continuar leyendo la última entrega de la serie: geología y evolución del diapiro de Cortes de Pallás. El origen de un paisaje.
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Buen trabajo, tan detallado como una tesis doctoral...
ResponderEliminarGracias, Edu! Me alegro de que te haya gustado.
EliminarSaludos
Excelente artículo, Óscar. De nuevo enhorabuena por la gran calidad de tus investigaciones. Desde luego, el contacto Cretácico-Paleógeno es esquivo en esta zona, pero relata una historia fascinante, geológicamente conflictiva, y complicada de interpretar. Tiene mucho mérito recorrer la zona con tanto detalle para encontrar y reconstruir esa historia. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Nacho! Tú lo sabes bien... ya llegaremos al Mioceno!
EliminarUn saludo
Muy buen artículo, muy detallado y mejor explicado. Voy a recomendarlo entre mis seguidores.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Juan. Un saludo!
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