El pasado 28 de diciembre no pude resistirme. Tras encontrar varias inocentadas de carácter geológico en twitter decidí crear una propia. Así que a última hora de la tarde publiqué un tuit que decía lo siguiente (no puedo reproducirlo ya que lo eliminé a las 24:00 para evitar seguir creando confusión):
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“Leo que la comisión para el Cuaternario de la ICS ha aprobado la propuesta del Antropoceno”
Enseguida se generó una cascada de reacciones que iban desde el disgusto…
Hasta el terror y las llamadas a la esperanza:
Claro que eventualmente se descubrió el pastel:
Y todos respiramos aliviados. Pero, ¿qué es el Antropoceno y qué es lo que lo hace tan controvertido?
Comencemos por el principio.
¿Qué es el Antropoceno?
El Antropoceno es el nombre propuesto para una nueva unidad cronoestratigráfica con rango de época que está siendo estudiada por una subcomisión específica dentro de la comisión para el Cuaternario de la ICS (International Comisión on Stratigraphy) de la IUGS (International Union of Geological Sciences). Según esta propuesta, el Antropoceno seguiría al Holoceno y lo sustituiría como última unidad de la escala cronoestratigráfica. Es decir, que de aprobarse la propuesta estaríamos viviendo en el Antropoceno, y no en el Holoceno. Nótese que la palabra Antropoceno se ha acuñado sobre la estructura de Holoceno sustituyendo Holo- por Antropo- (Humano).
¿Quién inventó este término?
El origen de la propuesta es bastante reciente y se atribuye a Paul Cruzten, ganador del premio Nobel de Química. En el año 2000 lo utilizó por primera vez para evidenciar el efecto que las actividades humanas estaban teniendo sobre el medio ambiente de nuestro planeta y que, en su opinión, van a dejar una impronta permanente y definida en el registro geológico.
¿Como se mide el tiempo geológico?
La construcción de una escala cronoestratigráfica coherente es un reto de una magnitud colosal y uno de los objetivos primarios de la geología desde que se convirtió en ciencia. Ya desde los orígenes de la investigación de la tierra fue evidente que los fósiles contenidos en las rocas permitían dividirlas en cuatro grandes grupos (o sistemas) en función de las agrupaciones de fósiles que contenían. Surgió así la primera división en era Primaria, Secundaria y Terciaria, además de otra unidad que escapaba a esta sistematización por no contener fósiles en absoluto y que se entendía anterior a las otras tres. Cuando hablamos del establecimiento de una escala hemos de tener en cuenta que en geología manejamos una dualidad permanente (como la de la onda/corpúsculo de la física pero en piedra): por una parte tenemos la ordenación de los estratos en una secuencia conforme al principio de superposición, según el cual las capas más antiguas aparecen (si no hay deformación de por medio) por debajo de las más modernas. Eso nos permite dar el salto a una secuencia temporal, a la que hasta el desarrollo de los medios de datación radiométricos no fue posible asignar edades absolutas (en millones de años de antigüedad, vamos). Así, tenemos tres escalas paralelas, la de las unidades cronoestratográficas (sistema, serie, piso…) la de las unidades geocronológicas (era, periodo, edad…) y la de la serie temporal geocronométrica. A veces puede ser un poco confuso saber cuando nos estamos refiriendo a una u otra ya que las unidades cronoestratigráficas y geocronológicas tiene el mismo nombre. Así hablamos, por ejemplo, de que el Aquitaniense es un piso (edad) del Mioceno, una serie (época) del sistema (periodo) Neógeno del eratema (era) Cenozoica del eotema (eón) Fanerozoico. La edad cronométrica del Aquitaniense va de 23,03 a 20,44 millones (Ma) antes de la actualidad. Esto puede parecer un poco enrevesado, pero dado que los primates somos animales visuales siempre ayuda una imagen.
Y si bien el tiempo es algo intangible, las rocas no lo son. Así que aquí tenéis unas margas y calizas depositadas en el Aquitaniense y que afloran en el barranco de l’Estret o Salat de Calpe, al pie de Oltà.
Naturalmente, nadie tiene la escala completa en su mente y todo el mundo se maneja con facilidad en las unidades con que está familiarizado y con más dificultad en aquellas con las que se encuentra con menos frecuencia. En este enlace tenéis la última versión en español de la Escala Cronoestratigráfica internacional.
La definición y establecimiento de estas unidades no ha sido nunca cosa fácil, y siempre ha habido acaloradas discusiones en función de los criterios empleados, que podían ser desde la equivalencia o similitud de la litología hasta el criterio del contenido fósil (que William Smith descubrió y empleó con tanto éxito para crear el primer mapa geológico de Inglaterra, una historia que se cuenta en el libro The map that change the world y que os recomiendo encarecidamente). Es proverbial el enfrentamiento entre Sedgwick y Murchison en el establecimiento de los periodos Cámbrico y Silúrico, en el que cada uno de estos geólogos-caballeros pugnaba por extender el ámbito de su unidad como si fuese una disputa territorial de proporciones casi bélicas. Esta controversia se resolvió finalmente con la propuesta de Lapworth de una nueva unidad, el Ordovícico, que abarcaba el territorio en disputa.
Para racionalizar todo este proceso y sistematizar la definición de las nuevas unidades está la Comisión Estratigráfica Internacional, una de cuyas subcomisiones está estudiando, como decíamos, la propuesta del Antropoceno.
¿Por qué es tan polémica esta propuesta?
Así pues, si esto es un proceso normal y si históricamente la definición de nuevas unidades no ha estado exenta de polémica, ¿por qué ha de ser el caso del Antropoceno una excepción? ¿Qué hay de diferente aquí?
En primer lugar, porque técnicamente la nueva unidad propuesta no parece ajustarse a los criterios técnicos definidos por la ICS y aunque sólo sea por ello ya es una anomalía. Alguien podría argüir que esos criterios se han establecido pensando en unidades más convencionales (por ejemplo, no tiene sentido hablar de fósiles para referirnos a restos de seres vivos posteriores al fin de la última glaciación, ya que por convenio esos restos no se consideran tales) y que, por tanto, debería hacerse una excepción. Pero es que precisamente esos criterios son necesarios para poder acotar al máximo el establecimiento de nuevas unidades y reducir al máximo las discusiones estériles, así como para facilitar el uso se estas unidades una vez aceptadas. Y es que la escala cronoestratigráfica debe ser, ante todo una herramienta útil para el estudio de la historia de la Tierra.
En segundo lugar, el Antropoceno, de aceptarse, daría lugar a situaciones cuando menos peculiares. Por ejemplo, uno de los criterios propuestos para fijar la base del Antropoceno es el de la concentración de los isótopos radioactivos generados en las explosiones radioactivas de finales del siglo XX. Según esto, el Antropoceno tendría una duración de unos 60 – 70 años, lo que equivale a 0,000070 millones de años. Imaginad de qué forma podría representarse eso en la escala geocronométrica, si ya el propio Holoceno, que se inició hace 0,017 Ma, es difícil de representar. Naturalmente eso no es un problema exclusivo del Antropoceno. Representar de forma homogénea la escala tiene sus dificultades, ya que naturalmente somos capaces de definir mejor unidades en tiempos recientes (ya que hay mayor número de afloramientos y su calidad es mejor) y, además, durante la mayor parte de la Tierra no ha habido fósiles macroscópicos que permitan una división del tiempo en base a fósiles. Eso hace que multitud de unidades se acumulen en los últimos 540 millones de años y que se resuman los anteriores 4.000 millones de años, dando una visión distorsionada de la historia de la Tierra, de la vida y… del ser humano. Aquí tenéis un ejemplo (de la nada sospechosa AEPECT):
Y ahora os imagináis el Antropoceno ahí, encima de todo. Y por si fuese poco, imaginaos la elección del estratotipo. Un clavo dorado se coloca en la base de cada unidad en la sección de referencia internacional (recientemente se celebró la ceremonia del clavo dorado en el caso de la sección de Fuentelsaz, Guadalajara, la sección de referencia internacional para el Aaeleniense). ¿Dónde se pondría el del Antropoceno? Hace un tiempo me permití bromear con el tema…
El tiempo es un concepto abstracto pero no así las rocas. Como hemos dicho, sobre eso se establece la separación entre unidades cronoestratigráficas y geocronológicas. Pero es que en el caso del Antropoceno, la tangibilidad desaparece ante nosotros. ¿Dónde ubicar el Antropoceno en esta sección?
Hala, ya te puedes ir a ver si encuentras el Antropoceno en la sección de esta terraza Cuaternaria. Con un poco de suerte hay algo de basura que haya dejado algún cerdete y te resuelve el asunto. |
Y es que, por encima de todo, el Antropoceno es inútil como herramienta geológica. La escala del tiempo geológico se ha construido para interpretar el tiempo pasado, y esa es la principal diferencia con el calendario humano, diseñado para fijar los sucesos del tiempo presente. El Antropoceno trata del presente, no del pasado, y eso lo convierte en un concepto inútil desde el punto de vista de la geología histórica.
Hace unos días leí en Ancient Shore, el blog de Graham Young, una enumeración de las herramientas comunes a todos los geólogos que, independientemente de su especialidad. Entre estas herramientas o habilidades están las siguientes: el Uniformismo, el ciclo de las rocas, los conceptos de alteración y erosión, el principio de superposición, el principio de horizontalidad original, la aplicación de la navaja de Occam a las interpretaciones realizadas y la escala del tiempo geológico. Es imposible entender el funcionamiento del planeta sin adquirir, con una buena dosis de esfuerzo, una percepción adecuada de la escala del tiempo geológico, tan distinta de la escala del tiempo humano. Pues bien. El Antropoceno destruye ese constructo esencial despreciando el hecho de que la geología sólo se convirtió en ciencia cuando Hutton y Lyell enunciaron el principio del Uniformismo: el paisaje que vemos hoy es el resultado de la actuación de pequeñas fuerzas durante cantidades inimaginables de tiempo. Por muy sustancial que pueda parecernos a los humanos nuestra influencia en la superficie del planeta y nuestra capacidad de alterar paisajes, ¿qué quedará de ello en el registro geológico? Es más, ¿quedará alguien sobre la Tierra haciendo geología dentro de 10 millones de años que pueda identificar las evidencias de nuestra existencia?
Y si todo está tan claro ¿por qué ha llegado a plantearse formalmente la propuesta?
Buena pregunta. Y aquí viene la parte fea. Se ha acusado a los proponentes y defensores del Antropoceno de estar sosteniendo una idea política por medios más próximos a los del activismo ambiental que a los de la ciencia. Y eso es exactamente así, en mi opinión. ¿Qué razones podría tener un científico para caer en este tipo de estrategias? No creo que sus motivaciones sean políticas ni que cuando proponen la inclusión del Antropoceno en la escala cronoestratigráfica lo hagan de forma conscientemente deshonesta. Pero sí creo que es más fácil conseguir financiación para tu investigación en unos temas que en otros. No hay duda de que un político suelta la pasta con más facilidad para investigar sobre el Antropoceno y los efectos de la acción humana sobre el medio ambiente (algo que puede vender a la sociedad como una muestra de su ‘compromiso’) que para analizar las marcas de natación de tetrápodos en el Triásico superior de la Ibérica (por poner un ejemplo). Y si alguien no se lo cree, que busque cuántas concejalías de cambio climático hay en los ayuntamientos de nuestro país. Y es que el Antropoceno está, como he dicho, en la escala temporal de los seres humanos, lo que facilita su comprensión y adopción por la mayoría de las personas, que no poseen en general una comprensión del tiempo geológico. Como ejemplo de todo ello, sirva la forma en que los proponentes del dichoso Antropoceno filtraron la noticia (falsa) de su aprobación y la inmediata repercusión que esto tuvo en todos los medios de comunicación.
Nucleares y pollos. Te cag*s. |
Hemos entrado en una nueva época. Como quién cambia de mes. |
¡No me digas! Y yo sin cambiarme de ropa interior. |
Y entonces, ¿qué va a pasar?
Mucho me temo que el Antropoceno será finalmente adoptado y no por razones científicas. Eso no importará a la mayoría de la gente, aunque fastidiará mucho a un buen número de geólogos. Además de desviar fondos de investigación geológica a asuntos irrelevantes desde el punto de vista de la geología histórica. Yo por mi parte, me he propuesto resistir. Junto con unos cuantos irreductibles lucharemos a muerte para combatir el Antropoceno donde quiera que nos lo encontremos. Para empezar, voy a comprarme esta camiseta, diseñada por @RSpitfire a raíz de una conversación sobre este asunto en twitter.
Aunque sobre el Holoceno también hay opiniones, ¿eh, José María? |
Si queréis escuchar otras opiniones sobre el tema, os recomiendo escuchar la sección que dedicó @petromet al Antropoceno en la entrega mensual del podcast @geocastaway (minuto 34:54). O leer a @ikutram en Principia. Y con eso os dejo, hasta la próxima era geológica.
Naturalmente puede haber distintas opiniones al respecto y esta es sólo la mía. Os animo a dejar un comentario más abajo.
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