domingo, 22 de junio de 2014

Y al fin…¡Tenerife!

Durante los últimos meses he ido relatando las visitas que he realizado a lugares de gran interés geológico aprovechando que mi trabajo que me ha llevado de extremo a extremo del país. En última instancia, nuestra gira terminó en las Islas Canarias. En primer lugar Gran Canaria, donde visitamos la península de La Isleta y sus volcanes y la playa del Confital. Y, para acabar, tuve la suerte de pasar cuatro días en la isla de Tenerife.

Drago
Un Drago, aunque no es el milenario de Icod de los Vinos...
En esta ocasión la organización fue diferente. En lugar de aprovechar el tiempo que nuestras obligaciones laborales nos dejaban para escaparnos en busca de rocas, en esta ocasión planificamos prolongar nuestra estancia aprovechando unos días de vacaciones. De esta forma, en compañía de nuestras parejas y con un vehículo a nuestra disposición, la isla estaba a nuestros pies. Un primer consejo: no visitéis la isla sin llevar con vosotros la Guía geológica del Parque Nacional del Teide. La podéis consultar y/o descargar aquí o adquirirla en la librería del IGME. Yo tengo dos, ésta y la del parque de Ordesa y Monte Perdido, y las dos son fantásticas. Y un segundo: no cerréis los ojos: en Tenerife la geología está esperando en cada esquina. No hay lugar para la pausa…

En esta ocasión el formato del artículo va a ser un poco diferente. No vamos a seguir un itinerario, ya que podría estar horas para describir lo que vi. En su lugar, he realizado una selección de fotografías que puedan transmitir lo que espera al visitante en la isla.

Un tubo de lava en el jardín

Como ya he adelantado, en Tenerife la geología está por doquier. Tanto es así que uno puede ir a un restaurante y encontrarse que el dueño ha tenido el buen gusto de adornar el jardín con una sección de un tubo de lava. La fotografía la tomé en el Mesón El Monasterio, en la Montañeta, valle de la Orotava.

Tubo de lava

¡Y una bomba!

En cualquier sitio, decir que uno ha encontrado una bomba en un restaurante no es una buena idea. Aquí es diferente. La Montañeta sobre la que se encuentra el Mesón El Monasterio es un volcán extinto, un cono de cenizas al que es posible ascender para tener una excelente vista de la costa norte de la isla y el valle de la Orotava. Si seguís el sendero podréis encontrar un fantástico ejemplar de bomba volcánica.

Bomba

La Orotava

La formación de una isla como Tenerife es un proceso complejo que normalmente posee etapas constructivas y otras destructivas. Y las segundas son consecuencia de las primeras. Tenerife es el tercer edificio volcánico más alto del planeta, detrás del Mauna Kea y el Mauna Loa, en la isla grande de Hawaii (recordad que hay que a lo que sobresale del mar hay que sumar la parte sumergida, lo que hace un total de más de 7.500 m de altura). Naturalmente, la lava no puede acumularse indefinidamente. Tarde o temprano, la gravedad gana (es algo parecido a lo que ocurre cuando hacemos un castillo con arena en la playa). En varias ocasiones a lo largo de la historia de la isla una ladera inestable se ha deslizado hacia el mar, dejando enormes cicatrices como los valles de la Orotava, Icod o Güimar. La magnitud del valle de la Orotava impresiona, como impresionante debió ser su nacimiento.

Orotava

Visitantes ilustres

Tenerife ha sido visitada por multitud de eminentes científicos, entre ellos los geólogos Von Buch y el propio Charles Lyell. También Alexander von Humboldt hizo escala aquí en el curso de su expedición científica a América de 1799. Se las arregló para ascender al Teide, un viaje que entonces le llevó 3 días partiendo de lo que hoy es el Puerto de la Cruz y a través del valle de la Orotava, que le maravilló. Hoy en día se recuerda su visita en el así llamado mirador Humboldt, donde el gran hombre sigue admirando la vista que tanto le impresionó. Lamentablemente, el día que estuvimos allí las nubes nos ocultaron el Teide.

Humboldt

La laurisilva de Anaga

Originalmente, la isla no era una si no tres que confluyeron para dar lugar a lo que hoy es Tenerife (si es que se puede hablar así de un trabajo de construcción/destrucción permanente) Cuando la isla emergió del océano, hace unos doce millones de años, lo hizo en primer lugar en lo que hoy es la península de Anaga, en el extremo Este. Los otros macizos que emergieron son el de Teno (en el Oeste) y el del Roque del Conde, del que queda un vestigio en el ángulo Suroeste. Posteriormente surgiría entre ellos el Edificio de las Cañadas, del que forma parte el Teide. Si ascendemos al macizo de Anaga podremos contemplar los restos de los volcanes más antiguos de la isla: coladas de lava, piroclastos y cenizas atravesados por los diques que alimentaban los centros de emisión y que, dado a su mayor resistencia, destacan ahora fuertemente en el paisaje. Además, en Taganana podremos caminar por alguna de la mejor Laurisilva de las Canarias. La laurisilva es un bosque de sombra primordial propio de la Macaronesia. Crece en altura gracias a la niebla que los alisios traen permanentemente a la costa. El laurel es el árbol más característico. También pueden observarse brezos de porte arbóreo, algo muy llamativo para alguien acostumbrado a verlos como pequeños matorrales que luchan por sobrevivir en el clima del este de la península. A su sombra crecen helechos y musgos.

Anaga

Los Gigantes

Si se recorre la costa norte desde Anaga hacia Teno primero se desciende desde las alturas de Taganana hacia La Laguna. La costa es muy abrupta aquí, ya que nos encontramos en las entrañas de los primeros volcanes de Tenerife. Seguimos la autopista en dirección Oeste atravesando las suaves valles de la Orotava e Icod, para posteriormente volver a ascender. Vamos a cruzar el macizo de Teno, otros de los tres originales. Al descender al otro lado podemos admirar una extraordinaria vista desde la población de Puerto de Santiago. Se trata de los acantilados de los Gigantes, donde el macizo de Teno se encuentra con el mar.


Los Gigantes

La costa sur

Al igual que ocurre en Madeira, la costa sur es totalmente diferente al norte. El relieve es más tendido y el clima también. Al encontrarse al resguardo de los vientos del norte hay mayor insolación, lo que tiene dos efectos: la vegetación es completamente diferente y, además, aquí es donde vienen preferentemente los turistas. Desde la montaña de Fasnia, junto al pueblo homónimo, se tiene una fantástica vista de esta zona. Además, la carretera que lleva has allí nos permite disfrutar de la observación de la superposición de coladas lávicas basálticas con otras piroclásticas.

Fasnia

Las cicatrices de la isla

Ya hemos comentado que Tenerife es el resultado de la interacción de procesos creativos y destructivos. Un ejemplo de los últimos es la creación del valle de la Orotava. Cuando ascendemos al Parque Nacional de las Cañadas del Teide nos es posible observar la cicatriz que la formación de este valle dejó en la tierra. La carretera TF-21 deja al descubierto en su talud la antigua cabecera del valle de la Orotava cubierta por las coladas piroclásticas posteriores de los volcanes de la dorsal. También hay otra cicatriz, en la forma de las obras en curso cuando nosotros pasamos por allí.

Discordancia

El mar de nubes

Otro de los espectáculos naturales es la contemplación del así llamado Mar de nubes. La humedad traída por los vientos alisios queda atrapada (por debajo de, aproximadamente, 1.500 m) por los vientos secos y cálidos en altura, dando lugar al fenómeno.

Mar de nubes

Y al fin, el Teide

Si no se dispone de mucho tiempo para visitar la isla, recomiendo fervientemente el itinerario nº 1 de la Guía del Parque Nacional. Se trata de un recorrido en coche que permite hacerse una buena idea general de Las Cañadas. Así lo hicimos nosotros. Las rutas a pie quedan para un ocasión futura.
Cuando ascendimos a Las Cañadas, el día estaba despejado. Por fin pudimos disfrutar de la imponente visión del Teide mientras seguíamos la carretera hacia lo alto del Valle de la Orotava. Al fin, desde la cordillera Dorsal pudimos admirar al gigante.

El Teide ocupa el lugar dejado por un volcán más antiguo cuyo violento colapso hizo desaparecer la pared norte del circo de Las Cañadas. Nuevamente, creación y destrucción.

Teide

La cumbre de un gigante

Teníamos todo planeado para ascender a la cumbre del Teide: reservas en el teleférico y permiso del Parque para recorrer el sendero hasta la cima. Sin embargo, la ola de mal tiempo que había precedido a nuestra llegada a la isla había provocado el cierre del sendero a causa de la existencia de placas de hielo. ¡Atrapados tan cerca del final! Aún así, tuvimos suerte, ya que el viento mantuvo el teleférico cerrado hasta una hora antes de nuestra reserva.

El cono que corona el Teide y contribuye a completar la imagen de estratovolcán típico se formó, según parece, durante la Edad Media. La formación del Pico del Teide cubrió casi por completo la antigua cima (La Rambleta).

Y por cierto, si visitáis el lugar, no hagáis como muchos de los turistas que vimos. En la cumbre hace frío (-10º C) cuando subimos, así que no, las sandalias no son un calzado apropiado, no importa el calor que haga abajo.

Cumbre Teide

Las Cañadas del Teide

Las Cañadas contienen casi todo lo que se puede pedir si se quiere aprender vulcanología: coladas lávicas, coladas piroclásticas, rocas volcánicas, vidrios como la obsidiana, estructuras (diques, tubos de lava, levees, conos de cenizas, domos, campos de lavas pahoehoe y AA,…) alteraciones hidrotermales como las de los Azulejos, materiales básicos y alcalinos…La vista desde arriba, en la estación del teleférico, permite apreciar las grandes estructuras: la pared sur del grandioso circo de las Cañadas, los malpaíses, los piroclásticos blanquecinos de la Montaña Blanca, los Roques de García y el Llano de Ulanca. Y, en un día claro, muchas de las otras Islas Canarias. En la fotografía se distingue al fondo Gran Canaria.

Las Cañadas

Los Roques de García

El Parque Nacional del Teide es uno de los más visitados del mundo y el más visitado de España. Sin duda, el hecho de que se puede atravesar en vehículo convencional contribuye a ello. Uno de los puntos de mayor atracción del recorrido son los Roques de García, donde es imposible tomar una fotografía en la que no aparezca nadie, especialmente haciéndose la típica fotografía simulando que se sostiene el Roque Cinchado entre las manos. Personalmente ello me produce bastante incomodidad. Tengo bastante respeto por la montaña y ver a cientos de turistas con sandalias y vestidos cortos totalmente inapropiados me hace sentir un profundo desasosiego. Afortunadamente, basta alejarse unos metros por el sendero que desciende hacia la Catedral para perder de vista a la mayoría. Sólo así es posible disfrutar del espectáculo de la naturaleza con la paz que la grandiosidad del paisaje se merece. Es inevitable preguntarse qué verá la gente aquí para venir en grandes mesnadas, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de ellos desconocen por completo la geología que da lugar a lo que están viendo.

El caso es que los Roques separan los Llanos de Ucanca del resto de Las Cañadas, a una cota superior. Se trata de un conjunto de brechas y cineritas atravesados por multitud de diques, más resistentes, lo que hace que destaquen en el paisaje. Los diques exhiben, a su vez, una llamativa disyunción columnar. Al fondo destacan las coladas oscuras procedentes de la última erupción del Pico del Teide.

Roque Cinchado

La Catedral

Desde los Roques de García podemos mirar abajo, al magnífico dique que forma La Catedral. Vemos, tras ella, como se extienden los llanos de Ucanca, como si fuese la meseta de Gorgoroth, en Mordor. Tras la Catedral se extiende una colada de lava AA. Casi puede uno imaginarse la enorme masa deslizarse sobre la llanura, avanzando inexorable. Hasta de, repente, de forma casi absurda, la muralla se detiene. Al fondo otra colada negra de lava negra, procedente del volcán Chahorra, en la ladera del Pico Viejo. Curiosamente, el material que rodea los diques de los Roques no es que éstos intruyeron originalmente. De hecho, la erosión dejó al descubierto los diques y, posteriormente, el colapso de uno de los Edificios de las Cañadas anteriores al actual los enterró en las brechas y tobas que ahora forman, por ejemplo, la base del Roque Cinchado.

Llanos de Ucanca

El Pico Viejo

Si abandonamos las Cañadas por el Oeste atravesaremos un campo de volcanes bastante jóvenes, hasta el punto que aún no han sido colonizados por la vegetación. El paisaje llama la atención por el contraste que hay con el ambiente árido de Las Cañadas. Aquí todo tiene un curioso aspecto ‘alpino’ (salvo por los volcanes claro). Junto al Teide podemos ver la mole de otro gran volcán, el Pico Viejo.

Teide Oeste

La firma del vulcanismo canario

Si hay algo que caracteriza de forma especial al vulcanismo de canarias es el carácter alcalino predominante en sus productos. En su mayor parte los materiales que observamos proceden de un magma muy insaturado en sílice, lo que hace da lugar a un tipo de rocas denominado fonolitas. En ellas está ausente el cuarzo y son abundantes los feldespatoides. No podemos despedirnos sin echar un vistazo a una fonolita. Aquí está.

Fonolita

A modo de despedida

Como ocurre en todas partes, la geología condiciona por completo la forma de vida de los habitantes de una región. Normalmente, el ingenio humano consigue sacar ventaja de lo que ofrece la naturaleza, de forma que las ventajas de vivir, por ejemplo, a la sombra de un volcán suelen compensar los riesgos (piénsese en el Vesubio, por ejemplo). También aquí podemos encontrar buenas muestras de ello. En las inmediaciones de Fasnia puede verse como se utiliza el lapilli en forma de agregados pumíticos como material de construcción: es un material fácil de trabajar, poroso (lo que lo hace buen aislante térmico) y, por eso mismo ligero.

Construcción

Todo son motivos para regresar a  Canarias. Y es que, ¿quién no querría volver a un sitio donde adornan sus calles con lavas pahoehoe?


Lava cordada

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