"He sido la Muerte, el Destructor de mundos". Esta cita, procedente de un Veda hindú probablemente anterior al año 1.000 antes de Cristo, se atribuye al físico de origen alemán Robert Oppenheimer tras el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y comprobar sus resultados. Oppenheimer trabajó en el proyecto Manhattan durante la segunda guerra mundial y quedó impresionado por la capacidad de alterar para siempre la Tierra que representaba la energía atómica.
Pero no es el único. Existe un ser que ha alterado para siempre la faz de la Tierra. Su descubrimiento de formas de obtener energía mediante procesos químicos desconocidos hasta el momento ha vertido gases venenosos en la atmósfera convirtiéndola en un infierno para el resto. Ha alterado la composición de la corteza terrestre y ha obligado a todos los que no podían convivir con él a buscar refugio en lugares remotos e inaccesibles. Ha modificado de tal forma la Tierra que puede decirse sin lugar a equivocarse que hay un antes y un después a su aparición. Estamos hablando, naturalmente, de...las cianobacterias.
Efectivamente, en este mundo de bacterias (ha sido exclusivamente de ellas durante la mayor parte de la historia y sigue siéndolo sea cual sea el criterio que se emplee para evaluarlo) la aparición de las cianobacterias constituyó un hito para la Vida. Antes de ella la atmósfera tenía una composición muy distinta a la actual, extremadamente venenosa para seres como nosotros y la mayoría de las formas de vida macroscópica (pero no para las bacterias que poblaban entonces el mundo). Las cianobacterias fueron las primeras en descubrir un nuevo ciclo metabólico, la fotosíntesis oxigénica, que liberó al mar y la atmósfera ingentes cantidades de oxígeno, gas que es imprescindible para nosotros, pero un veneno terrible en aquel momento para todo lo que no fuese una cianobacteria. Este oxígeno limpió la atmósfera de gases venenosos (para nosotros) e hizo la Tierra como nosotros la conocemos (incluso el color del cielo, tan característico de nuestro planeta). El resto de organismos tuvo que buscar refugio lejos del oxígeno. Algunos de ellos sobreviven hasta hoy como extremófilos en ambientes irresistibles para otras formas de vida, en aguas a gran temperatura o en lugares como las fumarolas de las dorsales oceánicas, como base para cadenas tróficas totalmente independientes de la luz del Sol, formando comunidades que posiblemente no han cambiado nada desde hace mucho tiempo y que se desarrollan de espaldas a lo que ocurre en la superficie, a cuatro o cinco kilómetros por encima de ellas.
Aquí vemos al ser responsable de la mayor alteración del medio ambiente en la historia de la Tierra |
He querido hacer este pequeño juego porque me resulta curioso como la mayoría de la gente considera que el ser humano está alterando el mundo como nunca ha ocurrido con otra criatura viva antes. Que está causando un daño al resto de seres sin precedentes o que su misma existencia ha supuesto el fin de las reglas del juego evolutivo. Algo así como si su aparición fuese 'el fin de la Historia' evolutiva. Todo ello es falso, naturalmente. Y quizá el equívoco procede de considerar al ser humano y sus creaciones como algo ajeno a la Naturaleza, algo que sigue siendo falso.
Evidentemente es lamentable que las personas causen daños innecesarios a otros seres vivos o que afecte al medio natural de forma grave y, a veces, sin justificación aparente más que la ignorancia. Pero, paradójicamente, la principal víctima de todo ello es el ser humano y la preocupación y exaltación que algunas personas muestran al tratar de estas cuestiones sólo puede entenderse desde un antropocentrismo que esas mismas personas afirman denostar.
Estos hechos graves, que a los amantes de la Naturaleza nos causan gran rechazo, no deben ser en ningún caso una justificación para olvidar o no intentar siquiera conocer la verdadera magnitud y lugar de todas las cosas en este nuestro mundo y en la inconcebiblemente larga historia de la vida (más de 3.500 millones de años sobre la Tierra sin interrupción). La Vida, nos guste o no, seguirá sin nosotros en cualquier caso.
Por último he querido hacer una broma final ilustrando este comentario con una imagen de los estromatolitos de la bahía Shark, en Australia. Estas estructuras son originadas por, entre otras, comunidades de cianobacterias y se encuentran en el registro fósil prácticamente sin alteración desde hace miles de millones de años. El hecho de que aparezca una persona contribuye al resultado del divertimento. Por cierto, la imagen la he sacado del sitio web http://www.aslo.org.
Nos auto-extinguiremos desde luego...
ResponderEliminarNo sé si "auto" o no. Lo que es seguro es que nos extinguiremos. Y ello no será nada anormal. La vida media de las especies de vertebrados es unos 7 millones de años. Nosotros somos una especie joven en un genero decadente, del que somos los únicos representantes. Sea como sea, mi intención era mostrar que no somos nada ajeno ni diferente al resto de seres vivos, tampoco en nuestra alteración del medio. Sólo una cosa es segura: somos el único ser que ha tomado conciencia de sí mismo y del Universo en el que vive (al menos algunos de nosotros). Y ello, en mi opinión, supone una gran responsabilidad individual para cada persona. ¿De qué sirve esa capacidad si no sirve para reflexionar sobre todas sus implicaciones? Como verás, mi planteamiento es muy poco antropocéntrico. A fin de cuentas y como ya dije en el post, este es un mundo de bacterias.
Eliminar"Somos el único ser que ha tomado conciencia de sí mismo"
EliminarNo es más que una cualidad particular de una especie. Le quedan millones de años para pasar el filtro de la Selección Natural y confirmar si es o no una cualidad óptima para la supervivencia.
Evolutivamente no es diferente a cualquier otra particularidad de cualquier otra especie.
Y permíteme que te felicite por el post. Me ha gustado planteamiento inicial así como la descripción sintética de la historia que nos precedió.
Gracias. Efectivamente, los rasgos evolutivos no son una ventaja sino aquí y ahora, en las condiciones actuales a las que están expuestos los seres vivos. La Selección Natural no puede prever el futuro y el éxito pasado no garantiza el éxito futuro. Y eso sin tener en cuenta el criterio con el que se evalúa ese éxito...
EliminarSin embargo, creo el hecho de tener conciencia de nosotros y el Cosmos (como Carl Sagan dijo, somos el universo que toma conciencia de sí mismo) sí que es una característica única (al menos en la Tierra).
Un saludo
Fantástico artículo!!
ResponderEliminarNos creemos el ombligo del mundo...
ResponderEliminarMuy interesante el post.
Saludos
La naturaleza sigue su curso. Por alguna extraña razón el hombre se cree fuera de la naturaleza, y dueño de su destino. No somos más libres -individual y colectivamente- que los conejos, las arañas o los volcanes. Lo que sea sonará. Cuando se estudian restos paleológicos, vemos individuos cuya especie es antecesora de alguna especie viva actualmente, y otros cuya especie se acabó para nunca jamás. Son los dos caminos que nos quedan. Lo otros homo se extinguieron...
ResponderEliminar..quizá nosotros seamos capaces de evolucionar. O no.