jueves, 9 de junio de 2016

The rain

Auga branda en pedra dura tanto dá que fai cavadura, dice un refrán gallego en una de sus diversas variantes, lo que viene a significar que si bien el agua es blanda y la piedra dura, lo mismo da ya que poco a poco la primera hace mella en la segunda. En realidad, esta expresión de sabiduría popular no hace sino reconocer un hecho tan evidente como reconocido (como demuestra la multitud de lenguajes en los que existen variantes del refrán), hasta el punto de que podríamos pensar que en ningún caso esta perogrullada puede sorprendernos. Bueno, o quizá sí. Todo es una cuestión de escala. Recordemos el asombro que suele causar la contemplación de angostos cañones, por ejemplo el Colorado o, más cerca de mi casa, el del río Júcar. Pero a veces no sólo nos impresionan los fenómenos de gran formato.

Como los que me seguís en Facebook o Twitter ya sabréis, he pasado un mes en Oviedo. Esto me ha dado la oportunidad de visitar algunos buenos afloramientos que serán objeto de relatos a su debido tiempo, además de disfrutar de las excelentes rocas ornamentales de edificios y, como, del pavimento, estas últimas con su dotación de fósiles.

Tweet fósiles Oviedo

Pero tuvo que ser justamente la última tarde, paseando por la ciudad vieja (o El Antiguo, como dicen aquí), cuando me llevé la mayor sorpresa. Al llegar a la calle Postigo Alto (siempre mirando al suelo, como suele ocurrir), me encontré con esto:

Disolución 1
Un momento, ¿es eso lo que creo?
Bueno, quizá sea mejor comentar un poco la fotografía para ayudar a ver lo que me sorprendió tanto.

Disolución 1 comentado
Sí, ya veo... ¿y?
Ahora son evidentes esas marcas sobre el pavimento que, asociadas a la pendiente de la calle, son la evidencia de la escorrentía del agua (la calle tiene mucha pendiente que se dirige, precisamente, en la dirección de las flechas). Casi puede verse correr la lluvia hacia uno. Y esa es la cuestión. ¿Qué hace tan evidente el camino seguido por el agua? Una inspección inicial lo deja claro. En el pavimento el camino del agua está marcado por auténticas ranuras.

Disolución 2
Esas ranuras... ¿serán obra de antiguos alienígenas? 
De hecho, las ranuras son tan profundas en la caliza gris (Caliza de Rañeces del Devónico, probablemente) que uno llega a dudar a si no han sido hechas por la mano humana, por ejemplo como medio para hacer menos resbaladiza la loseta. No obstante, hay varios detalles que confirman un origen en la escorrentía de aguas de lluvia: el trazado sinuoso, la dirección coincidente con las líneas de máxima pendiente de la calle  y la forma en que el espaciado de los canalillos coincide con las juntas de lo que parece un adoquín prefabricado de hormigón. Es más, las juntas tienen continuación en los canales, al constituir líneas de circulación preferente del agua.

Disolución 3
El adoquín de hormigón también está afectado, aunque de forma menos llamativa
En las calles adyacentes, en las que la pendiente es casi paralela a la alineación de la urbanización, podemos ver como el agua fluye preferentemente por las juntas hasta que llega a las baldosas calizas donde, al no tener un ‘cauce’ predefinido, la corriente sigue la línea de máxima pendiente. Casi podemos medir el ángulo entre ambas direcciones.

Disolución 6
Marcas de disolución paralelas regularmente espaciadas
¿Cuál es la causa de este fenómeno? ¿Qué confiere al agua esa poder de erosión tan impresionante? Aunque el refrán con que comienza este artículo hable de la capacidad del agua de vencer a la roca, esto es un poco engañoso. En realidad, no es el agua la que erosiona la roca, sino la carga que arrastra la corriente (arena, grava e incluso bloques de grandes dimensiones) que actúan como herramientas. Así pues, es la energía que el agua transfiere a las rocas que transporta lo que le permite excavar poco a poco en su lecho. En cualquier caso, no parece ser el caso aquí. Es evidente que hay algo más. Pero, ¿qué?

Entre las rocas carbonatadas y el agua hay una relación de amor-odio controlada por un equilibrio químico. En función del contenido en CO2 en el agua ésta puede disolver el carbonato de las rocas o depositarlo, creando rocas a partir del agua. Así se forman los edificios tobáceos tan característicos de los ríos de la península y los espeleotemas de las cuevas (estalactitas y estalagmitas). La concentración de CO2 está controlada por factores como la temperatura (por eso se forma cal en el grifo del agua caliente), la energía del medio (agitación) o la acción de seres vivos, que pueden forzar la precipitación de carbonato (así forman su concha los bivalvos o se forma la alternancia de capas de los estromatolitos).

Oltà
Lapiaz de Oltà, en Calpe (Alicante) Un paisaje que tiene su origen en la acción de disolución del agua de lluvia
En cualquier caso, el desarrollo de esta marcas de disolución tan acentuadas en un pavimento urbano son algo que no he visto jamás. Sobre todo si se tiene en cuenta el tiempo disponible para generarlas. Según he podido investigar, El Antiguo de Oviedo se reurbanizó integralmente a principios de los 90, peatonalizando prácticamente toda la zona. No sé (y quizá alguien pueda ayudar) si el pavimento fue sustituido de forma generalizada y, en particular, en la calle que nos ocupa. Aquí hay algunas losetas nuevas que aún no está afectadas por este proceso y otras que evidencian un cambio de posición ya que no están orientadas de conformidad a la pendiente.

Disolución 4
Baldosas negras no afectadas y una baldosa gris mal colocada (respecto a su posición original). Alguien ha estado jugando a las obras
Una explicación para este fenómeno sería un carácter excepcionalmente ácido del agua de lluvia, algo que conocemos como… lluvia ácida. Detrás de la lluvia ácida se encuentra la emisión a la atmósfera de compuestos como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno (NOx) que a su vez proceden, en su mayoría, de la quema de combustibles fósiles, especialmente el carbón. No sería de extrañar que en Oviedo, rodeada de los centros de actividad minera de la cuenca asturiana, de centrales térmicas y las calefacciones alimentadas de carbón fuese víctima de esta lluvia contaminante (además de grandes industrias que ya han sido denunciadas por este motivo, como Arcelor Mittal). Hacía años que no veía una carbonera, pero en el edificio cuyo parking daba servicio al hotel había una y pude ver como descargaban el mineral. Y bueno, además de eso, es que en Oviedo llueve mucho.

Así pues, el carbón asturiano puede estar detrás de la extraordinaria alteración del pavimento de El Antiguo. Para poder datarlo deberíamos conocer la fecha de colocación del pavimento en esta calle, especialmente para saber si data de los años 90, como podría ser el caso. Si algún lector posee algo de información, le agradecería mucho que la aportase para completar el caso.

Claro que, después de todo, quizá la causante sea la sidra...

IMG_20160530_203930

Actualización


El fenómeno parece generalizado en El antiguo. Así lo contaba @petromet hace un par de años:



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2 comentarios :

  1. Excelente artículo. Efectivamente, la lluvia ácida es un problema serio en Asturias. En la última foto, en la que se ve la placa de la calle "Postigo Alto", se aprecia que las rocas que forman la esquina del edificio (que yo apostaría que son areniscas de la Formación Lastres, que allí las usan mucho para la mampostería), están bastante afectadas por este fenómeno.
    En Gijón los efectos de la lluvia ácida son también espectaculares, sobre todo en lo relacionado con el deterioro de fachadas de edificios.
    Saludos

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    Respuestas
    1. Hola Nacho,

      Efectivamente, son las areniscas de Lastres. La alteración de la piedra empleada en la construcción de las ciudades es habitual, pero lo que me sorprende en este caso es la rapidez. Aquí en el Mediterráneo, quizá también a causa de lo más escaso de las precipitaciones, no he observado nada parecido ni de lejos. Y parece evidente la relación con la quema de carbón y su contenido en azufre, algo no tan común aquí.

      Un saludo y gracias por visitar Aventuras geológicas

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